Ponent Mon 2012.
168 páginas, 32 euros.
LAS ASOMBROSAS AVENTURAS DE ÉMILE
La mejor manera de empezar bien el año es zampándose un buen tebeo. Difícilmente encontrarán otro con tanta calidad como éste.
Bravo no es un desconocido entre nosotros. El primer álbum de los tres que componen el volumen ya se publicó en 2006 en Brosquil. Le siguió la emotiva Mi mamá está en América y ha conocido a Buffalo Bill en 2008 y al año siguiente Planeta editaba su participación en la serie de Spirou y Fantasio, Diario de un ingenuo. También se han traducido sus estrambóticas revisiones de cuentos clásicos, como Los siete osos enanos. Bravo tiene tanto talento que no se entendía muy bien porqué no se editaban de una vez los otros álbumes que componen su saga de Jules. Finalmente alguien se ha decidido a hacerlo, que Dios le bendiga.
La primera entrega parece marcar el tono. Estamos ante uno de los muchos sucesores de Tintín, en este caso con algunos años menos. Pero lo que Jules pierde en edad lo gana en actualidad ya que, al contrario que el reportero belga, en sus relaciones con los miembros del otro sexo se comporta con total naturalidad. Esta es una de las primeras sorpresas que nos depara Bravo. Los restos de mojigatería scout que caracterizaban a Tintín son abandonados en favor de un tratamiento más naturalista y fresco. No es que Jules se dedique a meter mano a su novia, ni mucho menos. Pero sí que se recrean de manera verosímil las interacciones entre dos muchachos preadolescentes, rubores y escarceos incluidos. Ese acercamiento más realista se extiende a todas las relaciones personales que aparecen en los álbumes. Como las turbulentas disputas entre Jules y el animal de su hermano, o las diferencias entre los padres de Janet o entre Hubert y su padre el alcalde. Todos esos conflictos son tratados con una naturalidad que actúa de contrapunto frente a las imposibles situaciones que pueblan sus aventuras.
Bravo no se corta nada. Arranca con una gran odisea espacial, con viaje a la velocidad de la luz y encuentros con alienígenas incluidos, entre otras muchas sorpresas. Luego volvemos a la Tierra para embarcarnos en una alucinante peripecia genética en la que se habla con total tranquilidad de la generación de clones y disparatadas alternativas a la reproducción convencional. Añadan a todo eso la aparición de nuevos hombrecillos verdes y una isla que se parece a la del doctor Moreau. Por si lo anterior no les parece suficiente, el autor nos propone una intensa aventura bajo tierra en lo que parece un escenario más convencional: una cueva en la que los protagonistas se ven atrapados. Pero con Bravo nada es lo que parece. El tercer álbum, en apariencia el más sencillo, quizás sea el más perfecto e intenso de los tres.
Su expresivo dibujo (que, dicho sea de paso, es encantador) factura entretenidas aventuras para niños dentro de la más estricta ortodoxia de la tradición franco-belga. Pero hace mucho más que eso. Renueva el género de aventuras para adolescentes abordando temas adultos que trata de frente y sin vacilar, mezcla la farsa con el drama y domina el ritmo de sus relatos de manera magistral. Si quieren pasar un rato estupendo, leyendo historias tan inteligentes como divertidas, no lo duden, éste es su tebeo. En el momento de concluir este artículo salía ya el segundo volumen, con tres nuevos álbumes. He comenzado al leer la primera aventura y Jules se declara dispuesto a desafiar a Dios. ¡Esto promete! No se lo pierdan.