viernes, 14 de septiembre de 2012

MUERTE DE UN MAESTRO


Joe Kubert - TOR
2012 está siendo especialmente dramático para el mundo del comic. El pasado 12 de agosto el gran Joe Kubert se sumaba a la ya larga lista de fallecidos de este año: Moebius, Severin o Segura entre otros.

Nacido en 1926 Kubert era hijo de emigrantes, un tipo duro formado en las calles y que se había puesto a dibujar y trabajar como profesional a una edad increíblemente temprana. Tras su servicio militar en Alemania puso en marcha la primera línea de comics en 3D, una anécdota en una carrera en la que destacan los tebeos bélicos. Colaboró en las diferentes series de guerra de la DC, como dibujante, guionista y finalmente editor. Esa es quizás su etapa más brillante, entre 1967 y 1976, cuando coordina el fabuloso trabajo de sus colegas y al mismo tiempo es capaz de dibujar una de las mejores versiones de Tarzán que se recuerdan. También fundó una escuela, junto con su mujer Muriel, con fama de ser la mejor del mundo en su género y que aún perdura. The Joe Kubert school of cartoon and graphic art le mantuvo ocupado durante años pero nada podía apartarlo mucho tiempo de su mesa de dibujo, según sus propias palabras “el mejor lugar del mundo”.

Conocí a Kubert en 1994 en el Salón Internacional del Comic del Principado de Asturias. Era un tipo sólido, que derrochaba vitalidad y autoconfianza y que sin duda se proyectaba en sus personajes, siempre dispuestos a hacer lo que sea necesario. Como muchos de los colaboradores de la DC, tardamos en conocerlo y además de una manera azarosa y extraña, a través de los tebeos de Novaro que llegaban de forma desordenada y que en absoluto cubrieron el total de su voluminosa producción. Y es que Kubert era un dibujante rápido y eficaz. Él mismo se encargaba de sus propias tintas, aportando a su obra una sensación elegante y fluida, más interesado por la sensación que por el detalle. Como decía su buen amigo Russ Heath, que le entintó en alguna rara ocasión: “Nadie puede entintar a Joe como él mismo lo hace, nadie tiene sus cualidades.”
Joe Kubert - Tarzán

Mi primer recuerdo de Kubert es un episodio de Tomahawk, el clásico héroe de un raro oeste colonial. Permanece como un impacto visual demoledor, aunque confieso que nunca he vuelto a releer un tebeo que perdí hace mucho. Pero sin duda contenía todas las bazas que caracterizan el trabajo del dibujante. La primera ya la he citado, la fuerza y aparente facilidad de sus acabados. La segunda es su narrativa. Sus comics explotan la unidad de la página como pocos han sido capaces de hacer antes o después de él. Y además de una manera natural, poco intelectualizada. Viñetas que se estiran hasta cubrir la plancha a lo ancho o a lo largo, primerísimos planos que contrastan con espectaculares planos generales. Kubert sabe cómo ofrecer espectáculo y cada una de sus páginas es una lección de narrativa.

Toutain nos permitió echar un vistazo a algunos de sus episodios para Enemy Ace, uno de sus más conocidos héroes de guerra, aunque el más famoso de todos ellos,Sargento Rock, permanece prácticamente inédito por aquí. Tampoco conocemos gran cosa de otros de sus personajes para DC, como Haunted Tank, Hawkman, Tor o Viking Prince, aunque en los últimos años los recopilatorios de la editorial nos han permitido reencontrarnos con viejos trabajos del maestro.

Uno que le persiguió fue su colaboración con Robin Moore, una tira de prensa titulada Boinas Verdes y que se publicó entre 1965 y 1967. Durante años se acusó al dibujante de defender la intervención americana en Vietnam, un auténtico sacrilegio para muchos. Lo cierto es que gráficamente la tira contiene al mejor Kubert y sus guiones son entretenidos. Les aconsejo que las relean, sin las orejeras puestas por supuesto. Cuando luego el dibujante vuelve a DC para editar las series de guerra de la editorial, introduce algunos cambios que reflejaban el ambiente antibelicista de finales de los sesenta. Como la famosa banda que se incluyó al final de cada episodio bélico: “No hagas la guerra nunca más”. Muchas de las historias del más prolífico guionista “de guerra” de la casa, Bob Kanigher, ya aportaban una visión muy poco heroica de los conflictos armados.

El Kubert maduro nos reservó no pocas sorpresas. Como Abraham Stone, un personaje del que aquí llegó tan sólo un álbum. O su trepidante participación en Punisher, que viajaba hasta Yugoslavia para vivir unas aventuras que siempre me parecieron mejores que Faxes from Sarajevo, un trabajo “de autor” no tan convincente como algunas de sus apuestas comerciales. Otro proyecto que demostró su buena forma fue su participación en Tex. Y, por supuesto, Gangster judío, una pequeña novela gráfica con el mejor Kubert posible.
Joe Kubert - Gangster judío

En fin, si Kubert fallaba normalmente la culpa era del guionista. Dibujó algunas historias mediocres en sus últimos años y no pocos de los innumerables episodios bélicos que facturó relataban anécdotas sin demasiada sustancia. Pero su dibujo lo mejoraba todo, sus personajes eran característicos, lacónicos pero cercanos como todos los grandes héroes americanos. Como él mismo. Te echaremos de menos, Joe.