432 páginas, 39,95 euros.
TOTH FUERA DE SERIE
Continúan llegando reediciones imprescindibles. Ahora le ha tocado el turno a Toth, un autor adorado por los amantes del dibujo realista y simplificado. Continuador de la gloriosa tradición de Sickles o Caniff, abrió nuevos caminos con sus contrastes extremos y aparente sencillez.El volumen agrupa su trabajo para Standard Comics, un variopinto conjunto de historietas que abordan todos los géneros del bélico al romance pasando por el thriller o la ciencia-ficción. En él podemos apreciar el soberbio arte de Toth, sus bellas mujeres y apuestos protagonistas y su dominio de las masas negras. Aunque no siempre se entinta a sí mismo, cuenta con una buena cuadrilla de entintadores y la calidad media es muy alta. Lo mismo puede decirse de los guiones, entre los que sobresalen los románticos, escritos en gran parte por Kim Aamondt con quien el dibujante confesaba sentirse muy compenetrado.
Además se redondea el libro con una interesantísima entrevista con Toth, portadas, reproducciones de los originales de algunas de las historietas y unas notas perfectamente documentadas. En la entrevista el autor, que no era conocido por su discrección, no sólo repasa su trayectoria profesional explicando sus largos años en el mundo de la animación o sus herramientas de trabajo, con los rotuladores adquiriendo un inusitado protagonismo. También se despacha con comentarios sobre el mundo del arte declarando entre otras lindezas que Picasso era basura. ¿Qué quieren que les diga? Como hoy por hoy nadie discute ciertos dogmas, es refrescante ver a alguien que se expresa con absoluta libertad.
Más habitual resulta la fascinación que demuestra por ciertos filmes clásicos y determinados actores que en su caso eran verdaderos fetiches, como Errol Flynn. También tiene palabras para Tyrone Power y su Zorro, una película que en su momento podía leerse como una metáfora de la dictadura franquista. De manera más directa alude al mismo asunto su historieta “The hands of Don José”, un brutal episodio que recuerda las corridas que se organizaban con presos políticos como reses. Especialmente conmovedora me parece la voluntad de Toth de crear obras positivas, que generen sueños nobles y aspiraciones elevadas en el corazón de los lectores. Recuerda las películas de aventuras de los años treinta argumentando que mientras pasaba la gran depresión todos los niños de su generación soñaban con mundos mejores gracias al cine y sus héroes.
En el terreno estrictamente narrativo hace una confesión interesante cuando cuenta que se acostumbró con rapidez a la rígida e inamovible retícula de la editorial Dell. No le preocupaba trabajar siempre con las seis viñetas iguales por página ya que esa neutralidad le permitía concentrarse en lo esencial: el encuadre en el interior de cada viñeta. Ya he dicho en otros artículos que existen claramente varias tendencias en el mundo del comic. Algunos creadores exploran la plancha como unidad, que puede animarse explotando las diferencias de tamaño y ubicación de las viñetas y agudizando su contraste. Otros como Toth apuestan por la neutralidad y desean que el lector disfrute del ritmo narrativo, viñeta a viñeta.
El planteamiento es correcto pero cuando un dibujante tan extremo y sofisticado, amante del minimalismo y la eliminación de todo lo innecesario, alguien que como él reduce los elementos a lo esencial, corre siempre el peligro de caer en la repetición y cierta falta de variedad. Lo admiro mucho como dibujante y creo que es un modelo a seguir y estudiar. Pero no lo tengo tan claro en cuanto a su narrativa. Le funcionan muy bien las historietas románticas (historietas “de cabezas parlantes”) pero no tanto las de guerra, por ejemplo, que resultan asfixiantes y difíciles de seguir. Con todo, el tomo es imprescindible y nos permite apreciar la excelente labor de uno de los grandes.