viernes, 18 de noviembre de 2011

Jean-Claude Mézières



HOMBRES (Y MUJERES) DE LAS ESTRELLAS 
Norma Editorial

El pasado mes de octubre en Gijón, en el Salón Internacional del Comic del Principado de Asturias, tuve ocasión de conocer a uno de mis dibujantes favoritos: Jean-Claude Mézières, un tipo explosivo, afectuoso, cercano y encantador.

Sigo la serie que realiza junto a su amigo el escritor Pierre Christin desde hace décadas y soy un fan confeso de las aventuras de Valerian y Laureline. Ha sido una gratísima sorpresa comprobar que esos maravillosos personajes tienen un padre que está a la altura de las circunstancias.

Uno de los pasajes más sorprendentes de su biografía es su fase de vaquero. Nacido en París en 1938, conoció a Giraud en el Instituto, pero no se dejó intimidar por el formidable talento de su compañero. Tras realizar el servicio militar (¡en Argelia!), el joven Mézières se lió la manta a la cabeza para cumplir un sueño de juventud: escaparse a los Estados Unidos para vivir la auténtica vida del cowboy. Sobrevivió como pudo durante meses, pero consiguió guiar al ganado y montar a caballo como los héroes de su infancia. Allí se reencontró con su amigo Christin, que daba clases de periodismo, y planeó con él posibles series de historietas para una revista que se empezaba a publicar en Francia. Pilote estaba dirigida por otro creador que había vivido la aventura americana, Goscinny. Primero emparejan a Mézières con Fred pero en seguida se pone a dibujar las aventuras del agente espaciotemporal.


En ese momento una serie de ciencia-ficción no era una opción lógica. Lo más habitual eran otros géneros como el western. Pero como éste ya estaba ocupado por gigantes como Jijé o Giraud, Mézières y Christin decidieron probar suerte con algo menos común. Según sus propias declaraciones, en los sesenta prácticamente no se publicaba nada de ciencia-ficción. En seguida recordamos una famosa excepción, Barbarella. Pero el impacto de esta creación de Forest fue muy limitado. Luego se convertiría en una obra “de culto”, pero en su momento tuvo una distribución muy limitada y el erotismo de sus contenidos propició que se vendiera casi de tapadillo.

Barbarella nos sirve como elemento de contraste para reflexionar sobre otra de las grandes aportaciones de la serie Valerian. Si el personaje que luego sería encarnado por Jane Fonda en el cine era una suerte de objeto sexual, una creación más bien machista, Laureline era todo lo contrario. Para Mézières obedeció a un proceso absolutamente natural. La aparición de un personaje femenino fuerte era algo tan novedoso entonces como la ciencia-ficción. Tampoco dudaba en cuanto al origen del peculiar carácter de la compañera de Valerian, más decidida y espabilada que el héroe. “Para nosotros fue algo natural. La hicimos como las mujeres que conocimos en Estados Unidos. A mi puede gustarme que una mujer tenga un buen culo, pero también quiero que tenga cerebro”. La crítica ha babeado durante años sobre Barbarella, presentándola paradójicamente como muestra de la liberación femenina en el comic. En realidad, repito, no dejaba de ser una fantasía sexual, mientras que Laureline sí es real, creíble y, por tanto, perfectamente olvidable. Desde luego no para sus lectores, que además pueden disfrutar con la fina ironía de Christin. No hay complacencias feministas en la serie, más bien al contrario. No solo asistimos a la constante y auténtica lucha de sexos entre Valerian y Laureline, también se nos presentan otros personajes, como la científica de Mundos ficticios, una brillante parodia de una feminista chiflada.

Algo que no conviene mencionar ante Mézières es Star Wars. El dibujante se siente saqueado por Lucas y compañía. Muchos de sus diseños coinciden o se parecen a artefactos o aliens que pueblan la saga galáctica. Y nunca ha percibido un duro en concepto de derechos de autor. Comentaba que Luc Besson, director con quien colaboró en El quinto elemento, también le robó para la película el taxi volador que aparecía en la portada de Los círculos del poder. ¡Pero al menos ya le había pagado por otros diseños que había realizado para el film!

En fin, Valerian es una serie que se sigue con pasión y que recientemente se ha recopilado en bonitos volúmenes. Si todavía no han tenido el placer de echarle un vistazo, corran a comprárselo porque es de lo mejorcito que ha parido el comic europeo en las últimas seis décadas.