PECADORES Y PECADORAS
Pecados veniales 2
Arthur de Pins y Maïa Mazaurette
Dibbuks. Madrid, 2011.
96 páginas. 15,50 euros
En 2010 Arthur de Pins nos sorprendía con Pecados Veniales, un álbum donde mezclaba chistes picantes con unos acabados digitales tan limpios como agradables.
Sus personajes son auténticos muñecos, flexibles y divertidos, tiernos y cercanos, arropados siempre por un color eficaz y un humor que si no consigue arrebatarnos carcajadas, sí que logra fijar una sonrisa cómplice en nuestro rostro hasta que concluimos la lectura. Por ese primer recopilatorio recibía el Premio Haxtur al Humor en el Salón Internacional del Cómic del Principado de Asturias (Gijón).
Después llegó Zombillenium, un trabajo que mantenía algunas de sus constantes gráficas, comenzando por su impactante portada, un primerísimo primer plano dramáticamente moldeado por una luz muy contrastada. Pero por otro lado abandonaba las páginas autoconclusivas para contarnos una historia larga, de la que hasta ahora sólo conocemos ese primer tomo. Aunque el humor no desaparecía, no era tampoco protagonista de un relato con zombies, hombres lobos y hasta el mismísimo Satanás. Un experimento curioso cuyos resultados son inciertos.
Ahora vuelve con sus Pecados Veniales, en una versión corregida y aumentada y acompañado por una nueva socia, la sexóloga Maïa Mazaurette. Quizás debido a esto el énfasis se desplaza de los personajes masculinos a Clara, una chica que empieza apareciendo en algunas planchas sueltas, para acabar copando más de la mitad del volumen. Y es que aquí también se abandona la estructura de páginas aisladas para contarnos un relato algo más elaborado. En realidad, no del todo, ya que pueden leerse las planchas por separado y muchas funcionan como gags completos. Pero por encima de esa característica, se nos cuenta una historia más larga y compleja cuyo final conocemos desde el principio: Clara y Artur acaban liados. A partir de ahí se retrocede en el tiempo para explicar cómo tal cosa es posible.
Todo empieza con una apuesta, la pareja protagonista decide mantenerse casta hasta el día de la boda de una amiga común. Desde ese momento ambos recurrirán a los trucos más sucios y picantes para conseguir que el otro pierda el envite. Por el camino se suceden los chistes sexuales y las situaciones subidas de tono, cuyo clímax lo constituye el viaje a Budapest, donde cualquier cosa es posible. Se modula bien la progresión dramática, en este caso más bien humorística, hay un rico reparto de secundarios, las tramas entre ellos se lían sin confundir al lector y el resultado es un tebeo entretenido para adultos en el que brilla con luz propia el sofisticado trabajo de Arthur de Pins.
Quienes quieran conocer algo más de su labor tan sólo deben asomarse a su página web, http://www.arthurdepins.com/, donde pueden verse muestras de sus encargos publicitarios y editoriales. En ocasiones nos recuerda a una suerte de Jordi Lavanda que dibuja mejor y tiene una gama cromática más amplia y cálida. Pero comparte con aquel un cierto aire sofisticado y frívolo. Sus historietas resultan tiernas y atmosféricas, sus personajes divertidos y sus chicas siempre neumáticas y atractivas. Sin duda Arthur de Pins es un tío cachondo, pero más en el sentido humorístico que en el sexual. En su caso el sexo es sobre todo otra herramienta para hacernos reír. Lo cual resulta muy saludable.