128 páginas, 16 euros.
MALOS TIEMPOS PARA SOÑAR
Tebeo a tebeo, Paco Roca se ha convertido en uno de los autores más interesantes de los últimos años. Ganador del Premio Nacional de Comic por Arrugas, su respetable aproximación al Alzheimer y la vejez, nos cuenta ahora un conflicto poco conocido que ocurrió en el seno de la extinta Editorial Bruguera.
Como el propio Roca reconoce, hablar de Bruguera supone hablar de magia y fascinación, la que tantos críos sentimos por los productos que esta compañía ponía en los quioscos. Apenas tuvieron continuidad en lo temático, ya que la transición trajo consigo nuevos creadores con otras inquietudes entre las que apenas se contaba la atención al público infantil, que se perdió de manera casi definitiva. Pero sí que resultaron muy influyentes en las formas y el imaginario de autores tan diversos como Max, Gallardo u Oscar Aibar, que recientemente dedicaba una película a uno de los hombres más conocidos de la editorial, Vázquez, encarnado por Santiago Segura. Roca se acerca a este universo de manera delicada, realista, sutil y rigurosa, aunque quizás esa misma seriedad que pone en su recreación le reste algo de emoción.
En lo formal permanece en los terrenos que le son familiares. Gran contención en el plano narrativo, con constantes viñetas de fondo repetido y puntos de vista que no se mueven más de lo estrictamente necesario. Su sobrio dibujo va como siempre acompañado de un color muy atmosférico, frío en las secuencias invernales y cálido en las veraniegas, siempre entonado en gamas muy limitadas y agradables. Su puesta en escena es minimalista y esencial, adecuada al tono que adopta, casi de notario de una realidad con la que no se permite más juegos que los temporales.
Esta novela gráfica es la crónica de un fracaso, una derrota anunciada desde la primera secuencia, con la vuelta de un grupo de dibujantes a Bruguera. Luego el resto del volumen se dedica a explicar en qué consistió esa lucha y porqué unos perdieron y los otros, aparentemente, ganaron. En pocas palabras, las malas condiciones económicas que la editorial planteaba a sus colaboradores llevó a una parte de estos a lanzar una revista por su cuenta. Nacía así Tío Vivo, una apuesta autogestionada que no duró mucho, ahogada por problemas con la distribución y otras maniobras orquestadas por la poderosa Bruguera.
El tebeo participa de los tópicos de la lucha de los pequeños contra los grandes empresarios, con sus chivatos, maniobras sucias, cobardes y arribistas como Ibáñez, que aprovecha la ausencia de esos dibujantes para desembarcar en Bruguera, según se nos explica. Pero Roca consigue ir algo más allá de los lugares comunes. Por un lado se esfuerza por dar vida a sus personajes y diferenciar, individualizar a sus héroes. Rinde así un estupendo y merecido homenaje a toda una generación de creadores, muchos de los cuales apenas son conocidos por el público actual. Pero también destaca su construcción del “villano”, ese señor González que dirige la editorial y que tenía todos los puntos para convertirse en una caricatura del empresario sin escrúpulos. Roca sortea ese peligro y nos ofrece esa espléndida secuencia de diálogo entre el jefe, un personaje patético marcado por un destino trágico, y Vázquez, que por cierto sale bastante mal parado.
Trabajo que quizás peque de cierta frialdad, pero riguroso y muy por encima de la media de productos españoles. Denle una oportunidad.