Hace exactamente un mes, el pasado 3 de mayo, moría uno de los mejores guionistas europeos, Peter O'Donnell. Todos lo recordaremos como padre de Modesty Blaise, un extraordinario personaje femenino. Esta víctima que se niega a serlo, huérfana y refugiada en un campo de concentración, más tarde jefa de una organización mafiosa y finalmente espía a cuenta del gobierno de su graciosa majestad, acompañada siempre por su fiel amigo que no amante Willie Garvin, transita unas aventuras llenas de hallazgos, originales y adultas, con secundarios sorprendentes y constantes lecciones morales.
Tradicionalmente los relatos de espías son espacios ambiguos, donde la frontera entre lo aceptable y lo necesario se cruza sin rubor. No así en Modesty. Sus historias son sexys y ella resulta atractiva tanto por su carácter e independencia como por sus indudables atractivos físicos, por supuesto sólo cuando la dibujaba Holdaway. Pero no hay en ella ambigüedad alguna, desde el principio señala lo que está bien y lo que está mal, como muchos episodios excelentes se encargan de recordarnos. No hay bromas con el asesinato, la prostitución o las drogas. Modesty saltará de un novio a otro con la desenvoltura de una progre enloquecida, pero ahí se acaban las tonterías. Cuando la cosa se pone caliente, se enreda su kongo en el moño, se pone su traje de combate negro y los malos ya pueden echarse a temblar.
Hace años se editaba un DVD con una serie-B que Tarantino había producido sobre el personaje, tan olvidable como la primera y lamentable versión de Losey. Lo mejor de todo era que incluía una entrevista con el venerable O'Donnell, este ancianito que se nos acaba de morir con noventa años. Allí explicaba, por ejemplo, cómo había “conocido” a Modesty, sirviendo en el ejército inglés en un perdido rincón de las montañas persas al final de la segunda guerra mundial. Una desfallecida refugiada se les había aproximado reclamando comida, su decisión y fiera seguridad le cautivaron y así fue cómo imaginó a su personaje, que vería la luz muchos años más tarde, en las páginas del Daily Express en 1962.
Otro momento fascinante en esa entrevista es cuando Peter O'Donnell explica qué episodio de Modesty adaptaría al cine y porqué. Cabe recordar que del primer guión que escribió para Losey sólo sobrevivió una línea. La película fue un fracaso, por supuesto, mientras los comics primero y las novelas después gozaron de una gran respuesta popular. O'Donnell proponía como posible película una de sus novelas. Según explicaba, con cara de jubilado que nunca ha roto un plato, en ella Modesty se enfrentaba a un matón que la derrota. Es más fuerte y más grande que ella, así que no hay nada que hacer. Pero según avanza la trama, la heroína debe volver a luchar con él, en esta ocasión a vida o muerte. Así que debe recurrir a algo que le aporte cierta ventaja. Modesty decide desnudarse y untarse todo el cuerpo de grasa. Si su enemigo no puede agarrarla, no podrá derrotarla. O'Donnell concluía, con una sonrisa pícara, que sin duda el público estaría interesado en contemplar cómo Modesty se preparaba para la batalla.
Bromas aparte, Modesty Blaise es uno de los más grandes personajes de comics de todos los tiempos. Sus historias están perfectamente escritas, son ingeniosas y trepidantes. Afortunadamente ha sido reeditada recientemente así que todavía resulta sencillo acceder a sus aventuras. Si aún no han tenido oportunidad de leerlas, les envidio profundamente. Recuerdo como si fuera hoy las primeras historias de Modesty que me zampé, en la versión de BuruLan. Todavía puedo sentir la energía que transmitían y la admiración que sentí por aquella mujer tan diferente a las que salían en otros tebeos. Hoy se mantiene tan fascinante y original como entonces.
Donde quiera que esté, ¡gracias maestro O'Donnell!