224 páginas. 19,95 €
"...VAMOS A ENTRAR, TÍO.”
Una miniserie que ya ha sido adaptada a la gran pantalla. Dibujo de Romita Jr. y guión de Millar, que se pregunta por enémisa vez cómo serían los superhéroes en el mundo real. La respuesta es tan divertida como ultraviolenta. Muchas aproximaciones anteriores se situaban en la estela de Watchmen, presentando los supertipos en esquijama como maníacos que disfrutan de sus dones y abusan de los pobres mortales.
Como ahora mismo nos explica con su talento habitual Ennis en otra serie en marcha, también recomendable, The Boys. Millar elige otra dirección, tomando como punto de partida el entusiasmo que el género provoca en muchos adolescentes. Como su esforzado protagonista, se pregunta qué se necesita para ser superhéroe. La respuesta es tan sencilla como eficaz: un disfraz y algo de locura. Cargando con esas armas, salimos a la calle a buscar acción. Y vaya si la encontramos.Nunca he sido un fan de Romita Jr, a quien considero un dibujante muy respetable, pero sin la solidez de su padre, el genial dibujante de Spiderman. Sin embargo, reconozco que ha mejorado mucho con los años, que su narrativa es impecable y que aquí las tintas del gran Tom Palmer consiguen que su trabajo tenga ecos de Jack Davis. Declara que se lo pasó muy bien con esta serie y lo cierto es que esa es la sensación que transmite. En las escenas de violencia, que abundan, aporta veracidad sin resultar demasiado desagradable, sus personajes tienen una gran fuerza estructural y la caracterización del protagonista y de Hit-Girl, uno de los grandes hallazgos de la historia, está especialmente conseguida.
También notamos cómo se divierte Millar. No sólo por su nutrida colección de chistes, entre los que podríamos destacar el de la foto de la novia, la definición de demócrata o las alusiones a Michael Moore. Pero es que además maneja su material con autoridad, saltando con facilidad del drama negro a la comedia adolescente, de la acción muy violenta a unos diálogos y textos introspectivos que definen un héroe con el que muchos lectores se sentirán identificados. Por supuesto, hay pasajes muy salvajes pero el dibujo de Romita se encarga de suavizarlos y aportar unidad a un relato certero y que se disfruta de un tirón. Durante todo el relato Millar deconstruye los códigos superheróicos, se burla de las superparejas, los hace aparecer en YouTube y en FaceBook, los enfrenta a peligros reales y violencia real... Pero en su climax abandona esa estrategia desmitificadora y vuelve a la ortodoxia. Ningún fan del género se sentirá decepcionado, al contrario, no dudo de que gozarán hasta la última viñeta. Como Eastwood en Sin Perdón, tras reflexionar sobre los efectos de la violencia y las penalidades que provoca, se abandona a una catarsis final, absolutamente gratificante. Recorre el espacio moral que lleva de los sólidos principios que Ditko implantó en Spiderman, a las dudas que Conway sugirió con Punisher, un vigilante no muy escrupuloso. ¿En qué momento la violencia deja de ser justa? Una pregunta a la que Millar no duda en enfrentarse, dando por el camino toda una lección de narrativa.
No se lo pierdan. No apto para los muy sensibles.