lunes, 24 de julio de 2023

MAGNETO. TESTAMENTO. PAK COMIC HIERBA KEUM SUK

TESTIMONIOS
Dos libros que emplean el cómic como medio para denunciar momentos especialmente dramáticos en la historia de la humanidad. Desde espacios tan opuestos como el género de superhéroes y la novela gráfica.


Magneto testamento comic marvel pak carmine giandomenico
Magneto. Testamento
Greg Pak / Carmine Di Giandomenico
Panini Comics, España, 2023
144 páginas, 20 euros

El guionista Chris Claremont tuvo la culpa de este Testamento de Magneto, al sugerir en una de sus historias que el supervillano mutante había sobrevivido a los campos de exterminio nazis. Años después alguien decidió recuperar aquellos años perdidos, imaginando cómo pudo ser su existencia en aquellos infiernos. Así como en sus adaptaciones cinematográficas sí se mostraba a Magneto manifestando sus poderes al ser presionado por los SS, en su versión en viñetas el relato se mantiene anclado a una realidad cruda y verosímil. Apenas hay pequeñas alusiones a ese control del metal que luego caracterizará al personaje. Es un joven desesperado que hace lo que sea por sobrevivir, incluyendo la colaboración con sus verdugos, convirtiéndose en kapo y echando una mano en el asesinato de familiares y amigos. La narración chirría algo más en la parte del interés romántico del protagonista, una gitana de la que se enamora y a la que intentará salvar. Si bien es cierto que funciona como motivación y razón para soportar muchos abusos, pensando que conseguirá salvarla, el panorama en que se desarrolla ese romance es tan desolador que cuesta imaginar la aparición de otro instinto más allá de la pura supervivencia. Tampoco ayuda el estilizado dibujo, que no nos permite diferenciar con claridad a los personajes, ni el muy oscuro color. Aplaudo las buenas intenciones de la obra y su rigurosa documentación, no puede negarse que hace una descripción precisa de las horribles rutinas de los campos. Pero luego no acierta en su puesta en escena ni en el desarrollo dramático de los personajes.

Más interés tiene la historia de complemento sobre Dina Babbit, con dibujos de Neal Adams y una ayuda en la tinta de Joe Kubert. Cuentan la vida de una superviviente de los campos que acabó de animadora en Disney. Los cuadros que le permitieron sobrevivir en Auschwitz pasaron a formar parte del museo del campo. Cuando años después pidió que se los devolvieran, la institución se negó, llegando a afirmar que eran propiedad del doctor Mengele. En fin, el breve episodio era una firme reivindicación de los derechos morales de Babbit, que murió sin poder recuperar su obra.



hierba keum suk gendry-kim novela grafica
Keum Suk Gendry-Kim
Hierba
Reservoir Books, España, 2023
488 páginas, 23,90 euros


En el caso de la novela gráfica “Hierba”, ha sido calificada como el mejor cómic del año. Yo creo que hay gente que solo lee malos tebeos. No es que este sea un desastre, que no lo es. Pero considero que se confunde el indudable interés del testimonio con su dramatización, su puesta en escena, los factores que lo convierten en un cómic propiamente dicho. Y este es ya un lugar común en el mundo de la novela gráfica. “Maus” es maravilloso porque habla del ascenso nazi y los campos, “Persépolis” es la repera porque describe la caída del sha y el ascenso de Jomeini, “Los surcos del azar” cuenta muy bien un episodio olvidado de nuestra historia, la colaboración con los aliados de algunos de los exiliados republicanos. Pero la cuestión es que estamos hartos de leer sobre temas interesantes que se nos cuentan de forma muy plomiza. Yo quiero arte y no pedagogía. Así que entiendo que hay que felicitar a la autora de “Hierba” por recuperar un pasaje histórico poco mencionado, esas mujeres coreanas explotadas sexualmente por el ejército japonés durante la IIGM. Pero eso no implica necesariamente que el suyo sea “el mejor cómic del año”. 

Para empezar porque emplea un recurso que puso de moda Spiegelman y que resulta especialmente irritante. Me refiero a la presencia como protagonista de un testigo actual. En Maus era el propio autor hablando con su padre. A él le servía para ofrecer un contrapunto cómico, con una eterna pelea entre padre e hijo y sus divertidos esfuerzos para no presentar al progenitor como el estereotipo de judío roñoso. También tenía un aspecto no tan positivo: las conversaciones entre padre e hijo resultaban más animadas que el tema del libro, el holocausto. Y además el dibujante adquiría un protagonismo en el conjunto que llegaba a resultar incómodo. Si hablas de hornos crematorios no puedes quejarte de los inconvenientes de la fama. Algo similar le pasaba a Paco Roca en “Los surcos del azar”, donde un reportero entrevistaba a un superviviente. Supongo que todo guarda una relación con la memoria histórica y nuestros mayores y bla-bla-bla. Pero aquellos saltos entre el presente y el pasado interrumpían el flujo narrativo y no daban la sensación de aportar gran cosa. Aunque en “Hierba” la autora es más comedida en sus apariciones, en el indigesto final da rienda suelta a su narcisismo con un innecesario paseo chino. Entendería el juego de preguntas y respuestas con la jubilada, si funcionara como en una novela de misterio, con interrogantes que son revelados de manera sutil e ingeniosa. Aquí son más bien interrupciones que estiran innecesariamente una historia central que no necesitaba de tales aditamentos. Tampoco soy muy partidario de los momentos poéticos. El tono es básicamente documental, se narran los sucesos con precisión de forense. Pero de vez en cuando la autora se siente muy oriental y nos da la paliza con bellas estampas realizadas con sus artesanales herramientas. Ya saben: paisajes con hermosos árboles, colinas nebulosas, texturas de hierba y demás. Comprendo que muchas mujeres se sentirán identificadas con los sufrimientos de la protagonista y con declaraciones como esa de que “era una mujer y no pudo hacer nada ante la brutalidad de los hombres”, ya que “eran todos iguales”. Los episodios que relata son tan crudos que no se puede sentir otra cosa que vergüenza, indignación y pena por la desventurada protagonista. Pero en el balance final la obra resulta algo pretenciosa e innecesariamente estirada. Una buena elección de tema y poco más.