Ediciones de Arte y Bibliofilia, S. A.
Salamanca, 2022
208 páginas, 28,40 euros
ALGO HUELE A PODRIDO EN ISLANDIA
Si “In the pines” seguía la misma línea que sus adaptaciones de Lovecraft, esto es, relatos cortos autoconclusivos, aquí da el salto al formato largo, una pirueta siempre arriesgada. La tensión narrativa y el ritmo que se consiguen en cómics de pocas páginas, se pierden con facilidad al acercarse casi a las doscientas de “El Exiliado”. Creo que Kriek sale bien librado, el álbum se lee con interés y su especial grafismo es una garantía de calidad. Le gusta cuidar la presentación de sus trabajos y este volumen no es una excepción. Tapa dura y buen papel para unas planchas donde lucen muy bien las tres tintas que emplea con inteligencia. Mención aparte para las ominosas guardas o las deslumbrantes páginas de bocetos. Kriek nunca defrauda en el terreno visual. Su estilo puede gustar más o menos pero nadie puede poner en duda su carácter individual, con esas sombras dramáticas y expresivas y esos personajes que se esfuerzan por transmitirnos sus sentimientos a través de una vigorosa gestualidad.
Aquí pone su poderoso dibujo al servicio de un relato con un tono casi shakesperiano. Nos traslada a una Islandia medieval que parece conocer bien. No comete el error de poner el drama a los pies del entorno histórico. Al contrario, toda esa ambientación que parece muy verosímil, es apenas un fondo para la historia que quiere contar, esa vuelta a casa del exiliado, del maldito. Uno de los grandes comentaristas de Shakespeare fue Rene Girard. En las obras del inglés vio reflejos de su teoría mimética, con la envidia como centro y origen de todas las pasiones. Queremos lo que quieren los demás. Y así ocurre en este trágico cuento. Aunque comienza en el momento en que el héroe regresa a casa tras cumplir con un largo exilio, la historia hunde sus raíces años atrás, cuando se comete el pecado que causó su caída. Su llegada no puede traer nada bueno, todo transpira un aire de fatalidad, de profecía a punto de cumplirse, de amenaza de muerte y penalidades. Los diferentes personajes tienen deseos que se cruzan y que están destinados a colisionar. Cuanto más cercano el parentesco, más volcánicas las envidias, más brutales los odios irrefrenables. Al final se sugiere que un nuevo ciclo de venganzas y maldiciones ha comenzado, otra vez. Ni siquiera la sangre consigue lavar las afrentas ni restaurar un honor siempre quebradizo.
Kriek adopta un tono muy apropiado para su gran drama medieval. Personalmente, tropiezo un poco con esos largos apellidos islandeses, que no me ayudan a distinguir a los numerosos personajes. Pero la acción se sigue con interés y el dibujo aporta mucha calidad a una trama ancestral, casi arquetípica. Todas las secuencias que resuelve con la tinta roja son espectaculares y el conjunto es más que respetable. Aunque por alguna razón las pasiones no acaban de calentar el argumento, que se sigue con cierta frialdad. Será cosa del clima...
208 páginas, 28,40 euros
ALGO HUELE A PODRIDO EN ISLANDIA
Tras varios años sin saber nada de Kriek, en 2022 lo hemos disfrutado por partida doble. Primero llegó “In the pines” y ahora presenta una brutal fábula islandesa.
Si “In the pines” seguía la misma línea que sus adaptaciones de Lovecraft, esto es, relatos cortos autoconclusivos, aquí da el salto al formato largo, una pirueta siempre arriesgada. La tensión narrativa y el ritmo que se consiguen en cómics de pocas páginas, se pierden con facilidad al acercarse casi a las doscientas de “El Exiliado”. Creo que Kriek sale bien librado, el álbum se lee con interés y su especial grafismo es una garantía de calidad. Le gusta cuidar la presentación de sus trabajos y este volumen no es una excepción. Tapa dura y buen papel para unas planchas donde lucen muy bien las tres tintas que emplea con inteligencia. Mención aparte para las ominosas guardas o las deslumbrantes páginas de bocetos. Kriek nunca defrauda en el terreno visual. Su estilo puede gustar más o menos pero nadie puede poner en duda su carácter individual, con esas sombras dramáticas y expresivas y esos personajes que se esfuerzan por transmitirnos sus sentimientos a través de una vigorosa gestualidad.
Aquí pone su poderoso dibujo al servicio de un relato con un tono casi shakesperiano. Nos traslada a una Islandia medieval que parece conocer bien. No comete el error de poner el drama a los pies del entorno histórico. Al contrario, toda esa ambientación que parece muy verosímil, es apenas un fondo para la historia que quiere contar, esa vuelta a casa del exiliado, del maldito. Uno de los grandes comentaristas de Shakespeare fue Rene Girard. En las obras del inglés vio reflejos de su teoría mimética, con la envidia como centro y origen de todas las pasiones. Queremos lo que quieren los demás. Y así ocurre en este trágico cuento. Aunque comienza en el momento en que el héroe regresa a casa tras cumplir con un largo exilio, la historia hunde sus raíces años atrás, cuando se comete el pecado que causó su caída. Su llegada no puede traer nada bueno, todo transpira un aire de fatalidad, de profecía a punto de cumplirse, de amenaza de muerte y penalidades. Los diferentes personajes tienen deseos que se cruzan y que están destinados a colisionar. Cuanto más cercano el parentesco, más volcánicas las envidias, más brutales los odios irrefrenables. Al final se sugiere que un nuevo ciclo de venganzas y maldiciones ha comenzado, otra vez. Ni siquiera la sangre consigue lavar las afrentas ni restaurar un honor siempre quebradizo.
Kriek adopta un tono muy apropiado para su gran drama medieval. Personalmente, tropiezo un poco con esos largos apellidos islandeses, que no me ayudan a distinguir a los numerosos personajes. Pero la acción se sigue con interés y el dibujo aporta mucha calidad a una trama ancestral, casi arquetípica. Todas las secuencias que resuelve con la tinta roja son espectaculares y el conjunto es más que respetable. Aunque por alguna razón las pasiones no acaban de calentar el argumento, que se sigue con cierta frialdad. Será cosa del clima...