viernes, 5 de febrero de 2021

MARVEL OMNIBUS: SOLDADO DE INVIERNO de BRUBAKER, GUICE y LARK

Soldado de invierno de Brubaker con dibujo de Guice y Lark
Panini Comics. Barcelona, 2020.
336 páginas, 35 euros.


CUANDO LA GUERRA FRÍA SE CALIENTA
Una sorpresa muy agradable al final de un año no especialmente divertido ha sido la recuperación de esta etapa de Brubaker en el Soldado de Invierno. Sobre todo por los dibujantes que le acompañan.


El material se publicó hace ya casi una década en USA. Y no es el único volumen del guionista dedicado al personaje. Él fue quien lo revitalizó, aportándole la personalidad con la que luego saltaría a la gran pantalla. Los viejos lectores de Marvel sabíamos que el “Robin” del Capitán América, Bucky Barnes, había muerto intentando detener un avión del Barón Zemo. El mismo suceso que provocó la caída del Capitán a las frías aguas del Atlántico. Pero en 2005 Brubaker decidió que Bucky no había fallecido sino que estaba en poder de los comunistas. Le insertaron un brazo metálico, le lavaron el cerebro y se dedicaron a utilizarlo en operaciones especiales. Cada vez que lo necesitaban lo descongelaban y lo ponían en marcha. Al finalizar sus servicios lo devolvían a la nevera. Y así una y otra vez.

En los primeros arcos argumentales el Soldado de Invierno era una figura trágica y poco de fiar. Sus antiguos amigos no estaban seguros de haber superado las programaciones y recontra-programaciones de los soviéticos, si él fingía o decía la verdad. Epting firmó una etapa donde su clásico dibujo cumplía con creces. Y ahora nos llega este arco en que el personaje vive otro momento, ennoviado con una conocida ex-agente soviética, la Viuda Negra. Ha sustituido temporalmente al Capitán América y ahora vuelve a ser el Soldado de Invierno, entregado a una lucha subterránea contra las eternas amenazas a la libertad. Brubaker se centra en antiguos miembros de la KGB, que planean oscuras conspiraciones para alterar el delicado orden mundial. Por el camino despiertan a una serie de agentes durmientes, que habían sido entrenados por el propio Bucky Barnes. Así que su lucha incluye muchos elementos que le devuelven a un pasado que le atormenta.

Soldado de invierno de Brubaker con dibujo de Guice y Lark
El argumento es muy entretenido, a la altura de la más trepidante historia de espías, en un estilo más cercano a James Bond que a John Le Carré, para entendernos. 

Hay dos dibujantes a cargo de la parte gráfica. Por un lado un Michael Lark más intenso que en anteriores encargos. Dibuja los episodios de la Viuda Negra, a quien lavan el cerebro para que luche contra sus amigos. Lark firma un grafismo correcto y lleno de panorámicas horizontales, lo que permite distinguir con facilidad su trabajo en el conjunto de la obra. 
La gran sorpresa viene con el otro dibujante, Butch Guice, que comenzó su carrera en los ochenta. Por entonces era otro más de los artistas barrocos, en la onda de Image, con figuras rígidas y acabados excesivos. Y después, aunque ahora compruebo que ha tenido una larga trayectoria, para mí se había difuminado hasta desaparecer. Obviamente solo de mi radar ya que ha permanecido muy activo y su arte ha mejorado notablemente con los años. Él es la principal razón para adquirir este libro. Y además hacerlo con entusiasmo. No esconde sus cartas, los aficionados enseguida notarán los guiños a Buscema, a Colan, a Steranko... Esto es, a algunos de los mejores creadores de Marvel. En tiempos en que muchos dibujantes se esfuerzan en un realismo de plástico, aquí encontramos una voz que, sin renunciar a unas fuentes bien elegidas, demuestra una personalidad torrencial que se percibe ya desde la propia puesta en escena de la página. Guice juega con las viñetas, las inclina, les da la vuelta, en un despliegue visual que nos remite a un Steranko mejorado. No es un dibujante perfecto. Es muy expresivo con las caras y se las apaña para incluir muchos primeros planos fotográficos y al tiempo bien encajados en la narración. Luego falla algo en las figuras, pero lo compensa con mucho entusiasmo. Esos héroes que saltan con las piernas abiertas son casi su marca de la casa, increíbles y al mismo tiempo disfrutables. En general nos da lo que uno siempre espera del dibujante: que anime el guión, consiguiendo que la historia resulte lo más entretenida posible. Guice lo hace y supera nuestras expectativas.

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