viernes, 13 de noviembre de 2020

JOHNNY COMET de FRAZETTA Y BALDWIN

Johnny comet de Frank Frazzeta y Earl Baldwin comic clásico coches

Manuel Caldas Editor.
Portugal, 2020.
68 páginas, 29 euros.


UN MACARRA CON ESTILO
Manuel Caldas sigue restaurando clásicos y publicándolos en volúmenes imprescindibles. Al maravilloso Tarzán de Manning le sigue ahora este fenomenal Johnny Comet.


No es la primera vez que se rescata material de Frank Frazetta. El autor, conocido sobre todo por sus populares contribuciones en el campo de la ilustración de fantasía, se inició profesionalmente como dibujante de comics. Ayudó a Al Capp en su serie Lil Abner, dibujó algunas portadas e historietas en EC y, entre otros personajes, participó en White Indian y Thunda. Para prensa estuvo ocupado a principios de los cincuenta con una serie que aborda dos pasiones muy americanas: chicas guapas y coches tuneados. 

Viñeta Frazzeta JOHNNY COMET Earl Baldwin edita Manuel Caldas
Tom Wolfe
recreaba ese mundo en un clásico ensayo que aquí se tradujo como El coqueto aerodinámico rocanrol color caramelo de ron. Son dos obsesiones alrededor de la belleza. Por un lado vehículos de formas seductoras que pueden transportarnos a vertiginosa velocidad, que casi nos hacen volar. Y que directamente se llevaron fuera de este mundo a creadores atraídos por esa fugacidad, actores como James Dean o dibujantes como Alex Raymond, ambos fallecidos en accidentes de carretera. Ese vértigo que facilitan las máquinas tiene un equivalente en mujeres representadas de la forma más seductora posible. Bien a través de una cuidada estética fotográfica en el cine o con el dulce hiperrealismo que emplean los mejores ilustradores de “good girl art”, de Vargas a Elvgreen, pasando por Earl Moran, George Petty o John La Gatta. En comic uno de los grandes en este terreno es Frazetta. Curiosamente, al final de su recorrido en Johnny Comet fue ayudado por otro colega, como él muy interesado en mujeres imponentes: Wally Wood. Pero este último nunca tuvo las habilidades gráficas de su amigo, como él mismo reconoció en alguna ocasión. Es difícil igualar a Frazetta cuando representa el movimiento, la sensualidad, el vigor o la tensión de la figura humana.

El autor se empleó en muchas ocasiones como modelo para los héroes que salían en sus imágenes. En fotos suyas de joven percibimos de inmediato un cierto aire salvaje, indomable, el mismo componente primitivo que él supo transmitir con tanta firmeza en sus obras. Era un natural, no hay el artificio, la engorrosa sofisticación que aparece en tantos ilustradores de fantasía. En Frazetta todo es directo y crudo, arrogante y desprejuiciado. Esas cualidades, típicas del dibujante nato, de quien se siente muy seguro de sus habilidades, afloran con naturalidad en Johnny Comet. Y se llevan por delante al lector. Supongo que los guiones son entretenidos. Y digo que lo supongo porque apenas los recuerdo. El dibujo me transporta desde las primeras viñetas y apenas necesito seguir la historia para disfrutar con estas aventuras. Porque el placer visual que se nos ofrece es más que suficiente. Da igual lo que pase, todo es chulo. Los coches son chulos, las posturas siempre épicas e insolentemente dinámicas, las chicas siempre tienen los vestidos abrazando sus cuerpos, sople el viento o no, sus labios siempre están delicadamente torneados, los tramados son precisos y expresivos. Si las féminas son insoportablemente atractivas, Frazetta nos brinda también una numerosa galería de comparsas al límite de la caricatura, un contraste que aumenta aun más, si cabe, la belleza de sus protagonistas.

Por supuesto, en ocasiones se desentiende de los fondos y algunas actuaciones, en el éxtasis de la pose heroica, resultan inapropiadas. Pero ¿a quién le importa? El autor se monta un circo de tres pistas para contarnos una historia de lo más simple, pero es tal su brillantez plástica que salimos encantados del espectáculo. En este caso no busque la grandeza en el texto. Reside sobre todo en las dramáticas sombras, en las escenas de acción y en las sensuales protagonistas. El ojo ávido de sensaciones quedará plenamente satisfecho.