160 páginas, 18 euros.
"TENÉIS QUE APRENDER..."
Tras las adaptaciones cinematográficas y varias secuelas, la saga de Millar y Romita Jr. no parecía capaz de ofrecer nuevas alegrías. Sin embargo, esta última entrega resulta tan sorprendente como satisfactoria.
Primero un apunte para el buen estado de forma de Romita Jr. No lo tenía fácil. Su padre es una figura legendaria, un dibujante sólido al que asociamos con una de las etapas más brillantes de Spider-Man. A su lado el hijo siempre parecía más estilizado y blandito. Pero ha hecho de ese rasgo virtud, se ha concentrado en los personajes y sus emociones y con cada nuevo trabajo nos deslumbra. Resulta muy convincente y apropiado para el “Superman Año I” que está facturando con Miller. Y no se me ocurre un artista mejor para este nuevo “Quick-Ass”. Porque Romita Jr. es muy eficaz en las escenas de acción, que suele despachar en espectaculares y enormes viñetas, pero también expresa muy bien la poética, los sentimientos de sus actores. Y eso, en guiones como los del dúo Miller-Millar, es crucial.
Respecto al argumento lo más destacable es su protagonista. Millar abandona a Peter Parker y a todos los quinceañeros bienintencionados que aquel representa y desplaza su concepto hacia territorios muy diferentes. El “Quick-Ass” original partía de una idea muy simple: todos podemos ser héroes. Es una cuestión de convicciones y disciplina. Hay que tener la voluntad necesaria para enfrentarse al mal. En este caso la heroína es una suerte de “Teniente O’Neill” que cuando regresa de pelear en Oriente Medio descubre que su maridito artista la ha dejado colgada.
Sus planes de volver a la universidad deben aplazarse ante la necesidad de encontrar un trabajo con el que alimentar a sus hijos. Esas primeras secuencias que sitúan los sucesos que se desarrollarán a continuación son especialmente eficaces. Millar describe a una auténtica heroína de clase trabajadora, esa veterana que ha de adaptarse a una nueva situación que para nada encaja con lo que tenía planeado. Se nos brinda una descripción muy objetiva de la vida de algunos ciudadanos no demasiado afortunados, al tiempo que se nos recuerda la escasa atención que los políticos prestan a sus problemas. Millar aprovecha para criticar a Trump, a quien retrata como la solución desesperada que buscan muchos de esos desgraciados abandonados por el sistema.
La protagonista de este nuevo “Quick-Ass” no es la Capitana Marvel, pero al final consigue ser una super-heroína mucho más empoderada que todas las pavas glamurosas que hemos visto desfilar últimamente por tebeos y salas de cine. Decide que los malos amasan mucha pasta y que ella tiene las habilidades necesarias para conseguir ese dinero. Se pelea con unos cuantos mafiosos y reparte sus ganancias entre los más necesitados, empezando por ella y su familia. Luego la cosa se complica cuando su cuñado, que trabaja para el jefe de una banda, está a punto de descubrirla. No quiero desvelarles mucho más. Tan solo apuntar que todo en el relato de Millar es emocionante, en un crescendo de violencia y acción sucia y trepidante que culmina en un final satisfactorio y que nos deja con ganas de más. Se presta especial atención a algunos problemas como el “ahí-te-quedas” o el maltrato, que queda reflejado en uno de los pasajes más intensos del álbum.
No es solo que esté bien escrito, es que se disfruta de principio a fin y además los malos reciben su merecido. ¿Qué más se puede pedir? ¡No se lo pierdan!