128 páginas, 19,90 euros.
ACTIVISMO PARA PIJOS
Tenía que pasar: las femen han llegado a los comics. Un avispado guionista ha facturado una aventurita sobre estas chicas que salen en topless en los telediarios.
No quiero frivolizar, aunque la confesión del escritor en el prólogo no ayuda. Comenta que sus amigos le envidiaban mientras entrevistaba a militantes del movimiento como documentación para su libro. Y que no consiguió acostarse con ninguna. Creo que intenta convertir esa patética revelación en prueba de su interés real por los problemas de sus compañeras ciudadanas. Me cuesta creerlo. Le acompaña la dibujante Séverine Lefebvre, con un trabajo que no refleja su amplia experiencia. Aunque ha realizado varios álbumes, incluyendo una adaptación de Tom Sawyer, su labor, con unas inconfundibles influencias manga, no acaba de despegar. Fallan y mucho las actuaciones de los personajes, que resultan estereotipados, también sus acciones y movimientos, agarrotados y sin fuerza, y hasta la composición. Parece el trabajo de una principiante.
El guión nos cuenta la historia de Apolline, una chica moderna que curra en una agencia de publicidad. En el primer acto vemos los problemas a los que una señorita como ella debe enfrentarse: acoso constante de todo varón con el que se encuentra en el metro o en la calle, burlas de su jefe, presión por parte de su madre y su hermana… Esos inconvenientes se traducen en un malestar y una angustia vital que la llevan a entrar en contacto con las Femen. Sus dirigentes le explican sus principios básicos y cuáles son los tres pilares del patriarcado que combaten: la dictadura, la religión y la industria del sexo. Apolline les confiesa que se sintió atraída por sus vídeos porque tenían “algo de…rockero”. Conviene recordar que en la obra se insiste en la importancia de las redes sociales, los dispositivos digitales y la imagen.
Tras algunas advertencias respecto a donde se van a meter, Apolline y otra chica deciden iniciar su entrenamiento Femen. En ese momento el álbum adopta un aire entre Karate Kid y un documental de adoctrinamiento nacional-socialista, comunista o de la Sección Femenina. Se trata de que las nenas dejen de serlo y se conviertan en aguerridas valkirias al servicio de la revolución.
El camino que recorre la protagonista no es sólo físico, también ideológico, por supuesto. Para completar su conversión y la del lector, se suceden las discusiones en las que diferentes actores comentan los métodos de las femen. La chica también se echa un novio, supongo que para desmentir que todas las femen sean lesbianas. Alguien debía de estar muy preocupado al respecto.
Hasta ahí no es que el comic sea bueno ni malo. Es que es lineal y previsible. Y hasta un tanto ñoño. Cuando llega la escena de la sesión de fotos el almíbar ya desborda el tarro. Tanto combatir los patrones de belleza masculinos para que luego todos acaben babeando sobre una foto de la prota en topless, declarando que es “superfotogénica”. Luego vienen las inevitables secuencias de descenso a los infiernos, con todos dándole caña a la heroína comenzando por su jefe gay. ¡Vaya por Dios! Al final cuenta con el apoyo de su hermana, que termina separada de su marido que es un idiota como todos los tíos, y de su padre. Muy conmovedor si el padre no pareciera su sobrino debido a un dibujo inadecuado. Hay algo más de ideología donde se insiste en el gran argumento “al menos ellas hacen algo” y un final absurdo.
Tras una traumática detención encontramos a Apolline casada con el blandito de su novio, que se larga sin cambiarle el pañal al niño que han tenido juntos. En la plancha final ella hace running con la camiseta de las Femen. ¿Quiere eso decir que ella se ha rendido, se ha aburguesado pero aun así no renuncia a sus ideales? Yo la verdad no lo pillo. Pero me importa un comino. Considero que se banaliza un tema que podría haber dado mucho más de sí. Que hemos leído tebeos donde la violencia contra la mujer se abordaba con mayor rigor y emoción. Cuando Apolline se queja de “vivir en Francia con la boca cerrada” lo cierto es que dan ganas de gritarle que se vaya a Irán o a otro paraíso similar. Comprendo que las relaciones entre hombres y mujeres todavía presentan muchas facetas a mejorar, pero esos cambios no se alcanzarán mediante tebeos maniqueos y torpes como este.