viernes, 5 de diciembre de 2014

CHISTES ACTUALIDAD DE FONTDEVILA "EN EL LADO BUENO DE LA VALLA"

Manel Fontdevila, En el lado bueno de la valla, España en 100 viñetas, edita Rocaeditorial
Rocaeditorial, 2014.
106 páginas, 9,90 euros.

¿CRISIS?¿QUÉ CRISIS?

Un nuevo recopilatorio de Fontdevila que agrupa chistes sobre temas de actualidad como el paro, el rescate bancario, la corrupción, la justicia, los emigrantes…


Recientemente el autor presentaba una exposición en el marco del pasado Comic Nostrum en Palma. También participó en una charla donde explicó los motivos de su salida de El Jueves y cómo se estaba reinventando con la puesta en marcha de una nueva publicación digital.

Lo cierto es que la vida de muchos dibujantes de humor desde la transición ha sido más bien azarosa. No hace falta remontarse a los tiempos de la bomba en El Papus, basta con pensar en los sueldos de quienes no tienen la suerte de colaborar con periódicos nacionales. E incluso estos últimos ven cómo en ocasiones un nuevo director considera que su trabajo ya no está en la onda y son despedidos sin contemplaciones, como contaba Romeu en su autobiografía. El Jueves, que era la publicación más sólida, hace ya años que está lejos de las tiradas que alcanzó en sus mejores momentos, cuando se leía en los cuarteles y los colegios mayores y antes de la aparición de Internet y otras distracciones digitales. La crisis del papel ha golpeado a los humoristas gráficos que sobreviven como pueden en la red. Y, como buenos payasos, deben entretener y conectar con su público.

Manel Fontdevila, En el lado bueno de la valla, España en 100 viñetas, edita Rocaeditorial, chistes, actualidad, humor
En tiempos de apuros económicos es lógico y hasta deseable que alguien observe las desgracias ajenas y extraiga de ellas material para sus bromas. Reírse siempre es reírse de alguien, como recordaba Johnson en su libro sobre el humor. Por eso conectaba la decadencia del género con el triunfo de lo políticamente correcto. Años atrás no era raro escuchar chistes sobre pobres sudafricanos, sufridas esposas o avaros catalanes. Ahora todos ellos son víctimas y como tales intocables. Así que lo que nos queda es un terreno muy reducido y escasamente estimulante. Somos unas aburridas mejores personas. Ya he comentado con anterioridad que algunos autores como El Roto consiguen hacer humor a base de consignas pero en pocos casos más la ideología casa bien con las bromas. Ni con el talento. He oído a más de un dibujante repetir eso de que han vuelto al estereotipo del banquero con chistera porque, aunque suene a viejo, es muy actual. Y afirmar que los eslóganes revolucionarios son lo que necesitamos para resolver los problemas en que nos ha metido la crisis.

Fontdevila está en esa onda y pone toda su destreza gráfica, que no es poca, al servicio de la causa. Personalmente, aprecio mucho cuando construye verdaderos personajes a partir de los infames protagonistas de la actualidad. Sus caricaturas de los diversos políticos son excelentes y al aire agitanado que le da a Bárcenas es tronchante. La serie dedicada a la justicia es especialmente afortunada y el chiste del banquero con el juez frotándose contra su pierna cual perro en celo es una gran ocurrencia. Pero en general dibuja muchos gags en los que pesa más el discurso que su verdadera tarea: hacernos reír, entretenernos. Porque ese y no otro es su trabajo. Además, como nos recuerda una de sus páginas, parece muy consciente de que tanta indignación apenas se traduce en hechos. Un tipo muy cabreado propone “incendiar las redes sociales” y demostrar que ciertas ideas son intolerables. Su mujer le pregunta “¿demostrar a quién?” y él responde que “a ellos”. Ella opina que les va a dar lo mismo. Así que él cambia “a nosotros” y ella le replica “ya lo sabemos ¿no?”. A esto sigue una viñeta muda. En eso se ha convertido el humor: un intercambio de frases hechas, una liturgia que ni afecta a “los otros”, ni ayuda “a los nuestros”.

Al menos cuando Fontdevila se entrega a la crítica salvaje de la actualidad puede llegar a ser gracioso, peor es cuando se pone a dar lecciones sobre cómo superar la crisis, nos explica qué es y no es una democracia o predica las bondades de lo público. Si aún queda algún anarquista suelto, que repita conmigo: el estado no es la solución, ¡es el problema, idiotas!