viernes, 17 de junio de 2011

Por el imperio. Merwan y Vivès

EL CAMINO A NINGUNA PARTE

Por el imperio
Merwan y Vivès
Diábolo Ediciones. Madrid 2011.
64 páginas, 15,95 euros.

Vivès se dio a conocer con unas peculiares historietas en las que lo cotidiano se transformaba en maravilloso gracias a su personal grafismo. Ahora nos sorprende con un relato épico en tres partes.

Con La fortuna se cierra esta aventura en la que un grupo de exploradores, aparentemente romanos aunque no se precisa, buscan por el mundo nuevos territorios que ofrecer a su emperador. El tono de la historia recuerda a ciertas películas del descubrimiento de América. No sé ustedes pero yo siempre me he preguntado porqué los americanos del norte han creado un género espléndido y vital a partir de sus complejas relaciones con los nativos americanos, mientras que en el sur todos los intentos de explicar la epopeya de la conquista de América se saldan con truños del calibre del Dorado de Saura o el Aguirre de Herzog. La cuestión es que tal y como se nos cuenta, aquello fue un pestiño, un latazo insufrible, con el clásico grupo de aventureros adentrándose en selvas siempre inescrutables, rodeados por tribus a las que nunca vemos y condenados irremediablemente a la locura y la autodestrucción.

Pues bien, más o menos eso es Por el imperio. Pero debo admitir que no carece de cierta fuerza. Los autores imaginan lugares legendarios, del país de las amazonas a una suerte de biblioteca universal plagada de monstruos y gigantes. Esa sensación de enfrentarse a lo desconocido, de pisar tierra ignota más allá de todo límite, resulta sobrecogedora y creíble. Y además va acompañada de buenas dosis de crueldad, de un tono empeñado en dejar atrás anteriores aproximaciones más estilizadas. Aquí la gente mata y muere sin remordimientos, algo por otro lado característico de las últimas aproximaciones televisivas a una antigüedad despojada de los filtros cristianos. De la un poco más seria Roma a la zarrapastrosa Spartacus, si en algo coinciden estas nuevas ficciones es en la ausencia de piedad y en la violencia que domina todas las relaciones.

Así que las sensaciones son ambivalentes. Por una parte sabemos desde el principio que no vamos a ninguna parte. El grupo protagonista está condenado de antemano al fracaso o la muerte. Pero por otro lado se nos cuentan andanzas entretenidas y paseamos por lugares sorprendentes. La gran baza es el dibujo de Vivès, que sigue en buena forma. Recientemente recibía en mi blog un comentario anónimo que calificaba una de las obras de este dibujante como “lo más baboso que había leído en años”. Y es cierto que su trabajo oscila entre lo blando y lo sugerente, con cierta tendencia al efectismo. Pero…

Aquí sorprende con una línea mínima, casi miserable, que apenas esboza un conjunto de personajes al borde siempre de la desaparición. Maneja bien las planos generales y llama la atención la grandiosidad que consigue con dibujos tan pequeños. Su grafismo ya de por sí raro, resulta aún más extraño debido al color que le acompaña, cargado de sugerencias y texturas. En contra, cierta indefinición general que nos impide reconocer bien a todos los personajes y una tendencia a que el color oscurezca en exceso situaciones ya confusas. Todo ello, por supuesto, nos distancia de lo narrado, acentuando su carácter onírico, como de pesadilla.

En fin, como en anteriores entregas de Vivès, un conjunto agridulce. No es un tebeo redondo ni mucho menos. Pero sensorialmente es interesante y explora territorios formales poco habituales en el comic.