jueves, 4 de marzo de 2010

NonNonBa - Shigeru Mizuki

Astiberri Ediciones. Bilbao, 2010

412 páginas, 25 euros.

LA TIERRA
DE LOS DIEZ BILLONES

Desconocía todo lo relativo al japonés Shigero Mizuki hasta que hace dos años me topé con una exposición dedicada a su vida y obra en Angoulême. La muestra, muy completa y bien presentada, me permitió descubrir a un autor que sobrevivió como pudo en la jungla de Nueva Guinea durante la guerra. Allí perdió el brazo izquierdo y como era zurdo tuvo que aprender a dibujar con la derecha. En sus planchas recreó esos recuerdos de su infancia y juventud. También llamaba la atención la presencia de demonios, fantasmas y otros seres mágicos. No sé si para sus compatriotas sus fantasmagorías resultan familiares, pero para una mirada occidental eran de lo más chocante y estrafalario.


En fin, todo parecía interesante y atractivo, incluidos los saltos de estilo que ya no sorprenden viniendo de un mangaka como Mizuki. Esto es, dentro de la misma historieta se pasa con naturalidad de zonas de un realismo casi fotográfico, habitualmente los fondos, a otras muy caricaturescas que parecen sacadas de la Escuela Bruguera, sobre todo los personajes. Así que les aseguro que me puse a leer con entusiasmo esta primera edición en español. Entusiasmo que pronto se enfrió, hasta la congelación.


Odio todo lo exótico, ya sean tebeos, películas o novelas. Hay gente dispuesta a tragarse los mayores tostones para apreciar las sutilezas de la ropa regional de algún lugar en el otro extremo del globo, o las proezas coreográficas de determinada tribu del Amazonas, o el hecho de que en no sé qué sitio el postre se sirva al empezar la comida. A mi todo eso me deprime y además despierta mi suspicacia. Cada vez que alguien se me pone intercultural, sospecho que no tiene nada mejor que ofrecerme, más allá de su “diferencia”. Esto es, admito la variedad regional como salsa que adereza un buen plato, pero no cuando pasan a ser la comida principal.

NonNonBa tiene un marcado carácter local, con muchas referencias a situaciones concretas del Japón de antes de la guerra. También viene cargado de supersticiones y alusiones a dioses y demonios muy ajenos a nuestra tradición. Pero a pesar de ello el autor alcanza en algunos episodios una visión muy universal, retratando situaciones y expresando miedos y aspiraciones que todos podemos compartir.



Básicamente son relatos autobiográficos en los que se nos narra la infancia del dibujante, acompañado de una viejecita que le habla del complejo mundo de demonios que nos rodea y de las elaboradas estrategias necesarias para convivir con ellos. Hay momentos en que podemos recordar esos primeros miedos, cuando alguien nos habló del hombre del saco o de una muerte inminente. Funcionan muy bien aquellos pasajes en que se entremezclan esos terrores sobrenaturales con amenazas más mundanas, como todo el episodio de los tratantes de menores. O la descripción del padre, con sus esperanzas frustradas y su peculiar filosofía vital. Este es un volumen lleno de personajes interesantes y que demuestra que se puede ser universal desde lo local, como ya hicieron en su día Berlanga o Ford, por ejemplo. Pero...

El problema es que con todo eso no consigue construir un tebeo entretenido. Esto es, los elementos con que trabaja son interesantes, lo que nos cuenta no. Resulta aburrido y excesivamente moroso en su desarrollo. Hay que esforzarse para seguir leyendo porque muchas explicaciones son demasiado prolijas y el ritmo acaba resintiéndose. Quizás mejore en un futuro, pero este primer tomo es muy decepcionante.