jueves, 11 de marzo de 2010

Bouncer 7. Corazón Desgarrado.

Jodorowsky y Boucq Norma Editorial.
Barcelona, 2010.
64 páginas. 16 euros







EL MANCO DEL OESTE

Cuando Bouncer alcanza su séptimo volumen, se anuncia el final de la serie. Ha sido una buena excusa para releerla y comprobar que Jodorowsky sigue en buena forma. También Boucq, por supuesto. Pero es que a estas alturas doy por supuesto que todo el mundo conoce la calidad de este peculiar dibujante francés. Es un talento natural, que emplea de forma prodigiosa el espacio y el color, aunque aquí se centra en sus barrocos rayados y el color informático queda en parte en manos de Florent Bossard. Boucq ha desarrollado su propia serie de humor bizarro, Jerónimo Puchero, pero lleva tiempo colaborando con el guionista chileno. Primero en Cara de Luna y ahora en estas aventuras del Oeste.

Bouncer parece tener su origen en el amor de Jodorowsky por las novelas de Silver Kane, que atesora con pasión de coleccionista. De hecho, le hace un homenaje explícito, dando el nombre del escritor a uno de los personajes. La serie se sigue con mucha agilidad, pasan tantas cosas y tan rápido que los álbumes se devoran con facilidad. Pero al revisarlos notamos que esa frescura se consigue con una complicada mezcla de difícil administración. Primero, una brutalidad muy descarnada. Violaciones, tipos con un hacha en la cabeza, mutilaciones, niños como chacales, sangre a raudales... Jodorowsky no se pone límites y sus personajes presumen de una alegre ferocidad. Que además suele ir sazonada con un inapropiado humor. Éste puede ser visual o verbal, como cuando Bouncer se carga a tres asesinos mejicanos, padre, hijo y nieto, a quienes acompaña un mono. El que queda vivo dice, con su último suspiro: “Mi hijo, mi padre, el mono... yo... la vida no vale... nada”.


Éste es quizás uno de los aspectos que llaman más la atención en la colección. Se abordan dramas terribles, venganzas sanguinarias, asuntos de vida o muerte, pero todo se cuenta con un indisimulado cachondeo. Como cada vez que la enamorada china del protagonista habla, con frases tan poéticas como tronchantes. Cuando descubre que la han casado con un eunuco dice: “¡Su flauta no tiene cascabeles!”. A la que su marido replica que “en orfelinato, cortarme lichis”.
Aparte de todo eso, encontramos la exagerada visión del mundo que suele ofrecernos Jodorowsky, aquí muy bien servida por el dibujo de Boucq, a quien también le agradan los extremos y una belleza siempre convulsa.

El protagonista es hijo de una puta y un indio que busca venganza por la muerte de su tribu. Además es manco y tiene un perro al que le falta una pata, regenta un burdel que cuenta con un camarero enano que se enamora de una india. Los nativos americanos son presentados como guardianes de la sabiduría, comedores de setas que les abren las puertas de la verdadera percepción y otros delirios niueich, en la parte más débil del relato. La fuerte, como siempre, la ocupan los malos. Lo de Jodorowsky son las bajas pasiones, los pecadores, los asesinos irredentos y Bouncer nos brinda una buena colección de ellos.

En fin, una serie muy entretenida con un dibujante excepcional. Historias salvajes que muestran lo peor del ser humano pero también lo mejor, las flores que repentinamente florecen en los más inmundos lodazales. Ese tipo de inesperados milagros que son tan del agrado de Jodrowsky y que siempre nos hacen disfrutar.