Pantera Negra. La furia de la pantera. Marvel Omnibus. VV.AA.
Panini España, 2018
728 páginas, 42,70 euros
WAKANDA OMNIBUS
Primero fue el sunday, luego el comic-book, más tarde el álbum europeo y la novela gráfica. Y ahora vivimos tiempos de Integrales y ¡Omnibus!
Todo obedece a un impulso de conservación y aprovechamiento. Si se reagrupan las tiras y dominicales ya publicados en prensa quizás habrá lectores interesados en releer ese material. Así nacieron los comic-books. En Europa estiraron las páginas de las historias hasta llegar al clásico álbum de 48. En las últimas décadas se ha decidido que esos formatos tradicionales, en torno a las 24 o 48 páginas, ya no son suficientes, así que las novelas gráficas fácilmente alcanzan las 100 o 200. Finalmente la pescadilla se muerde la cola: los comic-books se reciclan en gruesos volúmenes, cachalotes denominados Omnibus, y los álbumes europeos se relanzan unificados en Integrales. Suelen ir cargados de suculentos “extras”, dibujitos y datos biográficos, que ayudan a justificar la adquisición de material ya leído. Esos formatos masivos pueden procurar horas de diversión y disfrute cuando se acierta con un cómic atractivo. La lógica también funciona en sentido contrario, aquí los errores son catastróficos.
Pantera Negra es un viejo personaje de la Marvel al que se le han dedicado dos películas, una estrenada este mismo año. Partía de un supuesto similar al que citaba Robert Hughes en “La cultura de la queja”. En algunas escuelas de Harlem se defendían auténticos disparates históricos, como considerar que los faraones eran negros y que poseían conocimientos ocultados y negados por la colonización blanca. Esos saberes desaparecidos permitían explicar la construcción de las pirámides con técnicas de levitación y similares. Desde entonces, hemos escuchado cada vez más argumentos esgrimidos por idiotas a quienes la realidad jamás estropea sus buenísimas intenciones y su recto juicio moral. Dentro de esa lógica aparece Wakanda, un paraíso oculto en algún lugar de África, que demuestra el grado de sofisticación que alcanzan los africanos, si se les libera del yugo blanco. Como ha quedado claramente demostrado desde la descolonización y con permiso de los nuevos amos chinos.
Pantera Negra tenía más sentido en el momento de su creación a mediados de los sesenta, en plena lucha por los derechos civiles. Con el paso de los años ha ido desdibujándose y en la actualidad se ha convertido en un peluche que vende “orgullo negro”. En el Omnibus “La furia de la pantera” se incluyen algunos episodios dibujados por Rich Buckler, agrupa la etapa guionizada por Don McGregor, más una parte de Kirby (cuando retomó el personaje que había creado una década antes) y algunos episodios escritos por Shooter o Claremont. Lo cierto es que las razones para adquirir esta gruesa pieza son esencialmente arqueológicas. Lo mejor son los tres (¡solo tres!) capítulos de un Buckler en plenitud de facultades, con una dinámica corporal increíble y una estructura de página que se fragmenta en pequeñas viñetas y que exhibe una inventiva visual digna de estudio. Luego lo sustituye Billy Graham, un tipo muy especial del que recordamos aquella famosa y breve historia de cavernícolas en “Vampus”. Tiene un pathos peculiar y sus planchas también son juguetonas, pero es más barroco y decorativo que Buckler. Más excéntrico que narrativo. En cuanto a los guiones, McGregor no es santo de mi devoción. Le tengo paquete desde Sambre, donde escribió un relato indigesto que estropeaba los esfuerzos del gran Gulacy. Eso sí, le gusta abordar temas relevantes, lo que se traduce en incluir a los miembros del Ku-Klux-klan como villanos destacados o sugerir que algunos secundarios son gays. Pero esos no son los mimbres que construyen las grandes historias. Luego viene la etapa de un Kirby en horas bajas pero todavía muy energético y algunas sorpresas más. La más agradable es el excelente episodio final firmado por la pareja Claremont-Byrne, en su mejor momento. Seguro que encuentran algo mejor en lo que gastarse el dinero.