Seeley, Beattie y Isaacs Russell
Moztros. Barcelona, 2022
120 páginas, 15 euros
UNA GALAXIA MUY, MUY FLUIDA
Lo mejor de este cómic es su excusa argumental. Un grupo de científicos no consigue financiación para sus proyectos, así que deciden dedicarse al porno.
Para complicar un poco más las cosas se especializan en el porno intergaláctico. Al fin y al cabo se trata de un tebeo de ciencia-ficción. Si ya en los cincuenta algunas de las fantasías de la EC especulaban con las relaciones entre especies de distintos planetas, era lógico que alguien abordara estos asuntos desde una óptica más actual. Los héroes dan por supuesto que los espectadores están hartos de las mismas convenciones sexuales. Por tanto las filias y fobias son las que determinan el éxito entre los posibles clientes. En resumen, cuanto más raro, mejor. ¿Y qué puede haber más raro que liarse con E.T.? Lo cierto es que la entrañable criatura imaginada por Spielberg no hace acto de presencia. En su lugar se presentan diferentes especímenes, cargados de sensuales tentáculos, fornidos, con miembros gigantescos y en general de buen ver. Lo que facilita (¿Debería de decir “lubrica”?) bastante las cosas.
Por el camino se desarrolla una trama de confabulaciones galácticas, con una gran malvada oprimiendo a su pueblo, que al final consigue liberarse (¡Oh, sorpresa!) a través de una fenomenal orgía. La secuencia con los condones cayendo del cielo es genuinamente cómica. El producto viene servido con un agradable dibujo, más cercano al mundo de los dibujos animados que a los realismos un poco crudos que a veces acompañan al erotismo en viñetas. Todo resulta cuqui y encantador, con colores entonados y cálidos. Y lo mismo podría decirse de las relaciones entre los personajes, otra de las patas del relato. Como buen cómic de “relaciones” (¡ejem!) se emplea una buena parte de la trama en describir cómo se establecen acuerdos entre los diferentes componentes del grupo de protagonistas. Como deben desarrollar una relación laboral, acuerdan entremezclarse antes para que no haya malentendidos y comprobar que pueden funcionar como un mecanismo bien engrasado (¡se disparan las metáforas!). Se da por supuesto que en ese futuro próximo todos tendremos intercambios fluidos en los que importarán las personas, no el género, como dicen constantemente en “First Dates”, mi Biblia respecto a estos asuntos. El caso es que hasta el más borde y machito se entrega a esos goces sin reparos, descubriendo por el camino su lado más sensible, por supuesto. Hay un apunte de conflicto en la atracción entre dos de los científicos, demasiado cercana al amor sentimental. Lo peor que podría ocurrirles, sin duda. Otro aspecto que se maneja bien son las diferentes especialidades de los investigadores, que se aprovechan para lanzar gags, algunos realmente graciosos.
En resumen, un producto simpático y bienintencionado. Pero que no va mucho más allá de su planteamiento inicial. Todo es políticamente correcto y por tanto previsible. Como el dibujo, bonito y agradable pero sin garra. Al final el sexo, que por otro lado nunca es explícito sino sugerido, acaba siendo una excusa para el “cumbayá”. Todos acaban follando como hermanitos que se quieren mucho y que, a través de la pasión, inauguran una nueva era cósmica de paz y amor. Amén, hermano.