Norma editorial. Barcelona, 2021.
88 páginas, 22 euros.
¡A LA CAZA!
Descubrimos el poderoso dibujo de François Miville-Deschénes en la impactante “Reconquistas”. Ahora vuelve a la carga con la revisión de “El juego más peligroso”, trasladado al cine como “El malvado Zaroff” (1932).
La peli, producida por Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack mientras rodaban “King-Kong”, se filmó en las mismas localizaciones y escenarios, la del gorila gigante de día, empleando las noches para grabar las escenas de Zaroff. Permanece como un clásico del cine de aventuras, alimentando las fantasías de aficionados y creadores como Mark Schultz, que no conseguía explicar porqué la contaba entre sus favoritas. Es una obra cruda y directa y su tema apela a algunos de nuestros instintos más primarios.
El guión de Sylvain Runberg recupera al personaje original pero lo imagina invadido por el aburrimiento, un aristócrata ruso venido a menos y cansado de vivir, que languidece en su oculto paraíso tropical, atendido por su escuadra de fieles cosacos. Todo cambia cuando un grupo de gángsters americanos decide amenazar a su menguada familia. Al frente de estos mafiosos irlandeses está una mujer de armas tomar, una suerte de Maureen O'Hara con esteroides. Desea reafirmar su liderazgo matando al asesino de su padre, estrella invitada en una cacería del conde. Así que los parientes son trasladados a la isla donde el conde languidece, aburrido de una vida sin desafíos, y utilizados en su contra, bajo amenaza de muerte. El malvado Zaroff no se resigna a su incómodo destino. Más bien al contrario, el asunto despierta en él pasiones que creía apagadas y da comienzo una vibrante caza del hombre. La supuesta presa pronto demuestra que es el mayor depredador del lugar, liquidando a los irlandeses uno tras otro. Por el camino, algunos de sus familiares descubren también sus talentos asesinos.
En realidad el argumento es poco más que una excusa para permitir el lucimiento de Miville-Deschénes. Su poderoso dibujo nos deslumbra desde las primeras secuencias. A veces la base fotográfica de su estilo realista de corte clásico aporta cierta rigidez a los dibujos. Pero en general todo está muy bien planificado y perfectamente ejecutado, con un color atmosférico y envolvente. Para rematar, sus páginas presentan una estructura de viñetas poco habitual en el cómic europeo. Su aproximación es más americana, con grandes viñetas que acogen algunos espectaculares planos generales. Usa muy bien los escenarios, tanto los interiores en la mansión del extravagante aristócrata, como los exteriores, con una jungla que acaba convertida en un personaje más. Por ejemplo, la página 32 del álbum, con una viñeta a toda página y un conjunto de pequeñas viñetas a la derecha, muy efectivo.
“Zaroff” no engaña a nadie. Nos traslada a lugares conocidos y nos cuenta una historia cuyas claves podemos adivinar. Pero lo hace de forma apasionada, con un ritmo sostenido y un gran sentido del espectáculo. Es el fruto del esfuerzo de un artesano muy habilidoso. En el pasado, cuando conceptos como verdad, bien o belleza todavía tenían un sentido compartido por todos, habríamos afirmado que ésta es una obra muy bien hecha. Hoy en día es probable que nadie le preste atención, al menos desde el campo de la crítica “seria”. Confío en que todavía queden lectores para trabajos como éste. Yo me apunto.