La hermandad del enmascarado. Bilbao-Madrid, 2017.
193 páginas, 19 euros.
TODOS LOS HORRORES
Esta semana comento un libro que no trata específicamente de comics pero sí del lugar donde se publicaron muchas fantasías posteriormente adaptadas a las viñetas, prácticamente la madre de todos los horrores y terrores modernos: Weird Tales.
Nombrar esta publicación supone evocar de inmediato a R. E. Howard y H. P. Lovecraft, dos de sus más insignes colaboradores, que murieron en 1936 y 1937 respectivamente. Howard tenía treinta años y Lovecraft cuarenta. Aunque el texto no se centra exclusivamente en sus obras sí que las menciona con el detenimiento y la atención que se merecen. Por supuesto habla de otros muchos creadores, de E. Hoffman Price a Clarck Ashton Smith pasando por Robert Bloch o Catherine Lucille Moore. Todo lo que cuenta es tan interesante que es difícil elegir por dónde comenzar.
Primero, señalar que este volumen es una agradable rareza. Su autor no teme expresar las opiniones más personales y aunque todos sus argumentos vienen apoyados por una sólida argumentación y un conocimiento profundo de lo tratado, resulta muy refrescante comprobar que todavía quedan críticos que no se la cogen con papel de liar y transitan las sendas que les dictan su sentido común y sus pasiones, sin seguir los dictados de nadie. En ese sentido se hacen constantemente afirmaciones poco habituales y que desafían con agradable firmeza algunos de los tópicos más establecidos.
Segundo, agradecer lo profusamente ilustrado que está el libro. Del abundante conjunto de imágenes se deduce que, salvo notables excepciones, la parte gráfica no era lo más sobresaliente de la publicación. Aunque obviamente siempre es un placer contemplar las creaciones de Allen St. John, Hannes Bok o de Virgil Finlay, así como descubrir autores de los que apenas se tienen referencias.
En el campo de las pegas debe anotarse que las ilustraciones no vienen acompañadas por pies, lo que dificulta su identificación. En los textos también se aprecia que estamos ante un trabajo “de aficionados”. Abundan las erratas tontas que una corrección algo más profesional podía haber evitado.
Si no lo he entendido mal el libro surge de una revista, Barsoon, y no hace sino recopilar y engordar artículos previos sobre la mítica Weird Tales, que quedan así agrupados formando un conjunto coherente. Benditos sean estos errores si nos permiten disfrutar de un trabajo que difícilmente habría pasado los filtros de una editorial “normal”.
Mención aparte para Barsoon, título que hace referencia a otro de los reyes de la fantasía, E. R. Burroughs, tipo al que normalmente asociamos con Tarzán y poco más. En realidad es uno de los grandes padres de la moderna ciencia-ficción y un competidor serio para todos los que a principios de siglo querían escribir relatos de aventuras y fantasía. Una lástima que la espléndida biografía de Lupoff (Master of Adventure. The Worlds of Edgar Rice Burroughs) siga inédita por aquí. A ver si alguien se anima a traducirla porque es un trabajo excelente.
Como la obra que nos ocupa. Jiménez Barco no presta solo atención a Weird Tales, también a su contexto y su competencia y pega un buen repaso a todas las revistas que publicaban relatos de género similares y las razones de sus éxitos y fracasos. Mezcla muy bien la pura crítica literaria, comentando las historias que iban apareciendo en Weird Tales, con los incidentes de corte económico o social. Nos habla de los diversos editores y sus dificultades económicas y de las estrategias para mantenerse un mes más en los quioscos. De su forma de seleccionar las historias y de su relación con los autores, de los bailes de géneros y de la construcción de esos arquetipos que hoy en día asociamos con Lovecratf (el horror cósmico) y Howard respectivamente (la espada y brujería). Comprobamos que no estaban tan alejados de ciertos cuentos de miedo tradicionales o de otros géneros como la aventura histórica, el policiaco o el western.
Se nos descubren autores y autoras, en algunos casos con comentarios de una sutileza que no evita la firmeza de lo dicho. Como cuando menciona la tan comentada muerte de Howard tras el fallecimiento de su madre. Frente a los delirios edípicos a los que se han entregado otros críticos, el autor corta por lo sano y recuerda los esfuerzos que Howard dedicó al cuidado de su madre y los años terribles que pasó a su lado. Esfuerzos que al final resultaron baldíos y propiciaron su suicidio. Sin rollos.
Se nos ofrecen infinidad de detalles sobre algo que fue mucho más que una revista, fue el espacio en el que se permitió a un brillante puñado de jóvenes crear nuevas realidades, algunas eran terribles y otras fascinantes, todas ellas atraparon nuestra imaginación y la de posteriores escritores y dibujantes que a día de hoy siguen soñando con los monstruos y las geografías que ellos vislumbraron. La verdad, uno acaba este volumen con ganas de saber más, de leer más, algo no tan habitual. No se lo pierdan, lo disfrutarán.