ECC, 2017
96 páginas, 8,50 euros.
NOSOTRAS
El estreno de la película dedicada a Wonder Woman ha propiciado la aparición de innumerables volúmenes dedicados al personaje. Es una ocasión tan buena como cualquier otra para tomarle el pulso a la que ha sido calificada de “primera super-heroína feminista”.
No puedo presumir de haber leído todas las aventuras de la guerrera del lazo dorado. Me fascinó la versión de George Pérez de finales de los ochenta pero desde entonces apenas le había vuelto a poner el ojo encima. Cuando Chiang la dibujó atrajo mi atención, pero lamentablemente los guiones del sobrevalorado Azzarello enseguida me hicieron desertar.
He vuelto a intentarlo con Rucka, que escribió la serie regular hasta hace pocos meses. Entre paréntesis es importante destacar la labor de ECC con los recopilatorios de personajes DC. Interesen o no los autores que publican, su tarea de recuperación es muy importante y desde aquí la aplaudo. Pero como ya hemos comentado con anterioridad, las verdaderas obras maestras no abundan, tampoco en el caso de Wonder Woman.
Rucka se hizo cargo de ella hace más de una década, incidiendo en algunas de las reivindicaciones feministas exploradas por creadores anteriores. Pero lo que cuenta no es interesante y además lo emparejaron con dibujantes sin garra. En ese sentido, cuando un grafista con más ganas como Sadowsky dibujó uno de los episodios, el del interrogatorio de “la mala”, la serie mejoró mucho. Pero el tono general era muy anodino.
El cambio más notable respecto a la etapa que en la actualidad se publica en nuestro país está precisamente en los dibujantes, un grupo encabezado por el barroco Liam Sharp que exhibe unas destrezas que yo no había percibido antes. Su denso entintado recuerda en ocasiones a Solano López, sus personajes tienen fuerza y personalidad y todo en su arte muestra al mismo tiempo un insospechado vigor y una sorprendente delicadeza, una peculiar combinación que por supuesto casa muy bien con Wonder Woman. Sumen a ello un realmente bonito y atmosférico color de Laura Martín. Sharp no está solo en esta función. Entre el plantel de dibujantes que le acompañan encargándose de otros episodios destaca Nicola Scott. Su aproximación es algo más cartoon pero este tío sabe dibujar y su entintado está lleno de sutileza. Tanto él como Sharp se aseguran de que la protagonista luzca siempre encantadora y super-atractiva. ¿El guión de Rucka? No le he leído nada tan bueno como el trabajo con el que entró en la industria, aquel gélido y sugerente Whiteout. Pero seguiremos probando a ver hacia dónde quiere ir, mientras siga en compañía de dibujantes tan capacitados.
Respecto a la peli, confieso que me entran sudores fríos ante cada nueva adaptación cinematográfica. Pienso ¿es posible que a mi me gusten estas estupideces? Al traducir o reinterpretar los mundos de fantasía de las viñetas en un entorno realista, los resultados son a menudo chirriantes, todo queda reducido a lugares comunes, polvo y ruido.
En ocasiones asistimos a momentos excepcionales, como la batalla en el aeropuerto en Captain America: Civil War, o algunas de las secuencias con hormigas de Ant-Man. Momentos en que sentimos que el director ha capturado la magia que nos fascinó en aquella primera lectura. Pero ya digo, son breves destellos entre un arsenal de efectos que nos arrancan de la butaca.
Wonder Woman tiene algo de lo uno y de lo otro. Toda la batalla final con Ares es deprimente y anticlimática, la seriedad de Robin Wright resulta impostada y colabora a que la isla de las amazonas parezca una peli de romanos pero de las que se hacían en Italia, las malas. Sin embargo, Chris Pine, al que supongo que habrán visto en su vídeo sobre “los cuatro Chris”, defiende con talento un papel muy complicado, el del querido de la diosa, y está en todas las escenas más emocionantes del film.
Y por supuesto hay que hablar de Gal Gadot. La actriz de origen israelí resulta muy verosímil en todas las escenas de acción, escenas que, a pesar del toque Snyder, que anda por ahí en la producción de la película, no son del todo insufribles. Es una auténtica diosa y exuda confianza a cada paso que da. Pero además comparte una característica con el mejor Superman que ha habido, el pobre Christopher Reeves. Ambos no solo son guapos a rabiar, sino que además transmiten muy bien una cierta inocencia, consustancial a los personajes que representan. Ella me ha recordado a las amazonas que incluía Crumb en sus historietas sobre feministas. ¿Saben a qué me refiero? Con revolucionarias como esta dan ganas de apuntarse a lo que sea. Yo también creo en el amor. En serio.