Si algo caracteriza la industria del cómic español es su precariedad. Muchos dibujantes sobreviven con encargos en otros ámbitos como el de la ilustración, o a base de premios y subvenciones. Pero el torrente de novedades no se detiene.
LEZO. PARTE II: LA DEFENSA DE CARTAGENA
Ángel Miranda, Ramón Vega, Guillermo Mogorrón y Miguel Ángel Abad
Entre las últimas novedades del mercado encontramos agradables sorpresas, como la segunda entrega de “Lezo”.
Sus autores lo han publicado gracias a un nutrido grupo de mecenas, indicados al final de la obra. Ya reseñé en su momento el primer volumen y este mantiene las características iniciales, con un dibujo bienintencionado pero en ocasiones confuso y un gran color.
Se trata de recuperar una figura histórica muy llamativa y de la que apenas se nos ha contado nada. A mí me parece una obra necesaria y agradezco su aire clásico, como de película de Michael Curtiz, con todo el vigor de la modernidad en su puesta en escena.
Daniel Torres
Norma editorial, España, 2024
96 páginas, 24 euros
Mucho más tranquila es la apuesta de Daniel Torres, que nos brinda un nuevo episodio de su aventurero espacial Rocco Vargas, a quien descubrimos en los ochenta en las páginas de la revista “El Cairo”. Torres ha recorrido un largo camino desde entonces, convirtiéndose merecidamente en uno de los dibujantes españoles más internacionales. El problema de estas “Memorias” que presenta es que es escasamente narrativo. El héroe es entrevistado no por un periodista sino por un dibujante llamado (¡oh, sorpresa!) Daniel Torres.
Norma editorial, España, 2024
96 páginas, 24 euros
Mucho más tranquila es la apuesta de Daniel Torres, que nos brinda un nuevo episodio de su aventurero espacial Rocco Vargas, a quien descubrimos en los ochenta en las páginas de la revista “El Cairo”. Torres ha recorrido un largo camino desde entonces, convirtiéndose merecidamente en uno de los dibujantes españoles más internacionales. El problema de estas “Memorias” que presenta es que es escasamente narrativo. El héroe es entrevistado no por un periodista sino por un dibujante llamado (¡oh, sorpresa!) Daniel Torres.
A partir de ahí el álbum se configura como una recolección de estampitas sin apenas estructura dramática que las unifique. El autor se ha dado el gustazo de dibujar unas ilustraciones excelentes, que no esconden su deuda con la obra de Moebius. Pero si cualquier seguidor de Torres puede disfrutar sin complejos con sus imágenes, quienes esperen algo a la altura de “El octavo día” se sentirán decepcionados. Aquí se trata simplemente de sumergirse en sus evocadoras ilustraciones y poco más. No es para quejarse, teniendo en cuenta su capacidad para la mímesis gráfica y las referencias cruzadas. Los lectores podrán entretenerse un buen rato descifrando las diferentes claves gráficas y simbólicas de sus láminas.
J. Díaz Canales y Rubén Pellejero
Norma editorial, España, 2024
80 páginas, 23 euros
Otro dibujante de larga trayectoria, Rubén Pellejero, firma una nueva entrega de Corto Maltés. Como en anteriores episodios nos sorprende su capacidad para imitar el trabajo de Pratt, mejorando sus fondos y la caracterización de los personajes. Lamentablemente los guiones mantienen esa estructura de acá para allá que definía las aventuras del Corto original. Mucho andar para no llegar a ninguna parte.
Norma editorial, España, 2024
80 páginas, 23 euros
Otro dibujante de larga trayectoria, Rubén Pellejero, firma una nueva entrega de Corto Maltés. Como en anteriores episodios nos sorprende su capacidad para imitar el trabajo de Pratt, mejorando sus fondos y la caracterización de los personajes. Lamentablemente los guiones mantienen esa estructura de acá para allá que definía las aventuras del Corto original. Mucho andar para no llegar a ninguna parte.
Debo confesar que no soy un gran fan del contexto en que se desarrolla esta aventura. Un México que tal parece el de la clásica novela de Graham Greene “El poder y la Gloria”, con la que ya patinó el gran Ford. Me aburre el rollo “Pedro Páramo”, esos paisajes soleados llenos de gente desesperada. Vargas Llosa consiguió animar esos delirios donde la exaltación religiosa y la pobreza se dan la mano para provocar cataclismos en “La guerra del fin del mundo”, trasladando la acción a Brasil. En México, para mí la gran excepción es “Los profesionales”, la energética peli de Brooks que explica la revolución sin aburrir al personal. Pero si no, siempre acabamos en “Gringo viejo” o “Bajo el volcán”, relatos en los que la miseria y la amargura convierten en una pasta intragable todo intento narrativo. Este es un producto muy bien fabricado, que olvido al finalizar su lectura. Dormir, tal vez soñar.
CRAVE
CRAVE
María Llovet
Norma editorial, España, 2024
176 páginas, 28 euros
Lo mejor para el final. Hace tiempo que le sigo la pista a un talento ya bastante consolidado. María Llovet lleva años alternando obras de producción propia (guión y dibujo) con encargos para el mercado americano, que imagino son los que le dan de comer. Con un dibujo veloz y de entintado sucio y descarado, nos ha acostumbrado a sus mundos góticos, sexys y salvajes. En una primera aproximación podríamos suponer que nos encontramos ante productos modernillos dirigidos a seguidores de “Crepúsculo” y similares, con vampiros guapos chupando todo lo que se les ofrece y lánguidas protagonistas entregadas sin reparos a los placeres de la carne. Todo eso está en la obra de María Llovet, pero también una voluntad narrativa y unas ganas de contar historias diferentes, que la honran.
Norma editorial, España, 2024
176 páginas, 28 euros
Lo mejor para el final. Hace tiempo que le sigo la pista a un talento ya bastante consolidado. María Llovet lleva años alternando obras de producción propia (guión y dibujo) con encargos para el mercado americano, que imagino son los que le dan de comer. Con un dibujo veloz y de entintado sucio y descarado, nos ha acostumbrado a sus mundos góticos, sexys y salvajes. En una primera aproximación podríamos suponer que nos encontramos ante productos modernillos dirigidos a seguidores de “Crepúsculo” y similares, con vampiros guapos chupando todo lo que se les ofrece y lánguidas protagonistas entregadas sin reparos a los placeres de la carne. Todo eso está en la obra de María Llovet, pero también una voluntad narrativa y unas ganas de contar historias diferentes, que la honran.
En un momento de empacho de autoras-víctimas que se empeñan en explicarrnos lo mal que lo pasaron sus abuelas, cómo las acosaron en el instituto o sus angustias mentales y sexuales, resulta refrescante sumergirse en las páginas de una creadora que lo primero que busca es entretenernos. Y a lo grande. Y, además, aborda temas tan actuales como universales. Como pura diversión les aconsejo que le echen un vistazo a “Loud”. Por momentos uno se siente en una película de Gaspar Noe o de Tarantino. Afortunadamente, más el segundo que el primero. Llovet tiende a abusar de las viñetas horizontales y en ocasiones su ritmo es tan veloz que cuesta situarse o tenemos la sensación de que la viñeta no nos cuenta bien la acción. Pero en general su puesta en escena es tan vertiginosa como eficaz. Con grandes secuencias como la de los disparos y las balas voladores. Si “Loud” era una obra muy visual, sin apenas textos y con onomatopeyas muy bien empleadas, en “Crave” apuesta por mezclar todas las herramientas textuales de la modernidad, con profusión de diálogos a través de móviles e interacciones entre la acción real y la virtual.
El cómic va de una aplicación que interfiere en las vidas de los protagonistas hasta casi dirigirlas. Todo es trepidante, fresco y sexy, una lectura sin complejos para disfrutar. Si estos dos trabajos les gustan están de suerte porque Llovet tiene otros muchos anteriores a los que echar un vistazo. No la pierdan de vista.