viernes, 16 de febrero de 2018

BUTIFARRA COMIC REVISTA

DE UNA BUTIFARRA A OTRA
Hace semanas se recordaba la revista Butifarra! en las páginas de este periódico. Sus dibujantes se atrevieron a cuestionarlo prácticamente todo.

Butifarra revista comic cataluña
La revisión de los números de Butifarra! permite comprobar el grado de libertad tolerado inmediatamente después de la muerte de Franco.

La revista tuvo dos etapas: de 1975 a 1977, como una publicación marginal y de barrio que trataba temas cercanos y urgentes y con una clara intención educativa; en 1977 se convirtió en una revista de ámbito nacional.

Recuerdo perfectamente cuando compré el primer número porque la portada era de Carlos Giménez. A partir de ahí intentó sobrevivir en el mercado con sus historietas de obreros, sus discursos sobre ecología y sus profecías sobre el fin del odiado capitalismo.

Entre sus colaboradores, Alfonso López, Max, El Cubri, Gallardo y Mediavilla, Luis García, Rafael Vaquer y tantos otros. Todo un quién-es-quién del comic español de la transición. Hace dos años se inauguraba una exposición dedicada a la revista, muestra que todavía anda rolando por ahí.

El artículo de Neus Fernández aplaudía la posición de aquellos autores respecto a la carta magna y la transición en general: nunca fue un proceso ejemplar y nuestra democracia supone en la práctica la perpetuación del fascismo.

En Butifarra! se cuestionó la Constitución (aunque yo no encuentro referencias directas al 155) y casi todos los asuntos que se puedan imaginar, de la iglesia católica a la central de Lemoniz o la propiedad privada en general. No disimulaban unas posiciones políticas que les llevaban a menospreciar la democracia “burguesa”. Se toman esas opiniones como prueba de lo inadecuada que era la Constitución, afirmando que los españoles votaron sin criterio, engañados por unos medios manipulados, “constitucionalistas”, empeñados en mantener una situación de injusticia y miseria.

Estoy de acuerdo en que la buena salud democrática de un país se nota en el descaro de sus cómicos, en su capacidad para opinar de forma diferente. Por eso disfruté cuando Boadella volvió transformado en presidente de Tabarnia y saludó con una butifarra a todos los intolerantes.

En 1977 tuvo que escapar de un juicio militar por una de sus obras de teatro y se ha pasado la vida aguantando el odio de quienes no permiten ninguna voz discrepante. Sí, los cómicos son imprescindibles, para deslegitimar a quienes piensan que el uso de la palabra solo les corresponde a ellos.

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En cuanto a las amenazas a la libertad de expresión, siguen presentes. El pasado año se le rendía un merecido homenaje a Juan Peñalver, el pobre bedel de El Papus que perdió la vida por una bomba en el 77. Los fachas mataron a gente en los primeros años de la transición, pero hace dos días un hombre era asesinado por llevar unos tirantes con la bandera española. Y obviamente la banda con más muertos a sus espaldas, con más periodistas silenciados, sigue siendo ETA, muchos de cuyos crímenes ni se investigan ni se mencionan.

Defendamos la libertad de expresión, recordando que las opiniones nunca son neutras. Se debe tener presente desde qué barricada se emiten las críticas. En Butifarra! no solo denunciaban la explotación obrera. También incluían artículos aplaudiendo el modelo comunal chino, justificando cualquier forma de violencia “popular” y toda la panoplia izquierdista habitual. Esas opiniones no son sesudas verdades y jamás han contado con un verdadero apoyo en las urnas. Ni en la calle. La revista no se vendía y tuvo que cerrar. Era tan pesada, tan insufriblemente doctrinaria que, salvo excepciones como algunas historietas del Cubri, el resto era prácticamente ilegible. ¿Ellos tenían razón y la mayoría de españoles que dijeron “sí” a la Constitución se equivocaban? Siempre hay alguien dispuesto a sentirse el más listo de la clase.

El artículo de Neus Fernández parte de una opinión sesgada para llegar a una conclusión aún más tendenciosa. Se puede aceptar que los españoles, idiotas por naturaleza, votaran engañados. Pero ¿acaso los catalanes no la aprobaron también mayoritariamente? Hasta eso se reescribe sin reparos: “…va concloure la historieta amb una reflexió escrita en castellà però pensada en català: "(…) Ya que al menos no cobran entrada para ir a votar, habrá que mirar de sacar algo...". Es decir: los catalanes nunca creyeron en la Constitución y solo la aprobaron para ver si “podían sacar algo”. ¡Alucina, vecina! Definitivamente, me quedo con la butifarra de Boadella ¡Viva Tabarnia!