viernes, 6 de enero de 2017

LOS HIJOS DEL TOPO. 1 CAÍN de JODOROWSKY y LADRÖNN

Hijos del topo. 1. Caín de Jodorowsky y Landrönn
Reservoir Books. Barcelona, 2016.
64 páginas, 17,90 euros.

LA MARCA DE CAÍN
A finales de los setenta, se recuperaron dos películas de Arrabal y Jodorowsky que habían estado prohibidas hasta ese momento. Tuve ocasión de ver y flipar bastante con la de Arrabal. Tanto que nunca llegué a ver El Topo, la cinta de Jodorowsky.


Años más tarde fui con un conocido a ver Santa Sangre. Aunque luego muchos me han recomendado vivamente esa obra, mi amigo no la soportó así que nos largamos de la sala a mitad de la proyección, algo que no he hecho ni con Rivette, que ya es decir.

Así pues, soy casi completamente virgen en cuanto a la filmografía del creador chileno. Por supuesto, conozco bastante bien sus comics, lo invitamos en dos ocasiones a Gijón y he podido discutir con algunos de sus colaboradores como Bess o Moebius sus peculiares y controvertidos métodos de trabajo. También he leído alguno de sus libros aunque su rollo de santón no me interesa. Sin embargo sus comics sí. Por razones que no alcanzo a comprender.

Jodorowsky ha sabido rodearse de grandes dibujantes que sin duda realzan sus textos. Pero, pese a quien pese, de alguna forma su universo es intransferible y diferenciado y consigue sobrevivir a artistas menores. Ahora nos brinda la continuación de El Topo. Según explica en la introducción tenía preparado ese guión desde que la película original empezó a cosechar cierto éxito en el cine X donde fue estrenada. Pero nadie se interesó por ese argumento o no lo suficiente como para reunir el dinero necesario para poner en marcha una película. Muchos años más tarde un dibujante la adapta al comic, conservando una indudable estética fílmica, apreciable sobre todo en el abundante empleo de viñetas panorámicas.
No es la primera vez que el chileno guarda y recicla guiones descartados. Bess comentaba que El lama blanco había partido de uno de esos argumentos que nadie deseaba filmar, una versión de los libros de Lobsang Rampa. Su frustrada adaptación de Dune ha hecho correr ríos de tinta y él la recuerda con detalle siempre que tiene ocasión.

Lo que Jodorowsky nos ofrece en este retorno al Topo es más de lo mismo. Religiosidad y crueldad extremas, ambición y generosidad sin límites, pureza y lujuria, nihilismo y sincretismo… De alguna forma son los elementos que habitualmente aparecen en sus obras. La eterna lucha entre padres e hijos y la agonía interior de todo humano que se debate entre el bien y el mal, si es que tales conceptos todavía significan algo. Sus personajes continuamente se desplazan, no solo de un lugar a otro sino de un territorio moral al opuesto, abundan los malos que devienen santos y los santos que cometen maldades.

Hijos del topo. 1. Caín de Jodorowsky y Landrönn
Nadie construye un relato a partir de tal densidad simbólica, todas las guías de escritura lo desaconsejan. Se trata de ocultar el sermón, centrarse en la acción y transmitir la menor cantidad de ideas posibles. “Las películas son entretenimiento, Western Union se encarga de repartir los mensajes” decía Samuel Goldwyn. Jodorowsky no está de acuerdo y se pone a soltar sus peroratas desde la viñeta uno. Cual sea su mensaje o de qué intenta convencernos resulta más discutible. Pero que tiene muchas cosas que decir es innegable y allá va, lanzando sus dardos contra corruptos, curas hipócritas, gente mediocre y otros miserables. No estamos en un universo reconocible. Si acaso, como ya he dicho, el autor construye su propio mundo, un lugar donde predomina la mezcla y donde los discursos parecen buscar la confusión del público, para obligarle a pensar por sí mismo. Podría ser. O lo contrario. En todo caso, Ladrönn es un extraordinario dibujante y aquí realiza un trabajo genial.