viernes, 30 de octubre de 2015

MANGA: KEI de KOIKE y KOJIMA

Kei #1 crónica de Juventud  Koike y Kojima, edita ECC manga samurais
ECC Ediciones. Barcelona, 2015.
336 páginas. 13,95 euros.

CARA DE BARRO


A la hora de elegir un manga reconozco que me cuesta salir de tres autores: Taniguchi, Tezuka y la pareja formada por el guionista Kazuo Koike y el dibujante Goseki Kojima. Sus obras tienen tanta calidad que resulta casi imposible dar con otros creadores a ese mismo nivel.


No sólo eso, he disfrutado tanto con su trabajo que cada vez que se recupera alguna de sus series me lanzo sobre ella porque sé que no queda margen para la decepción. Ha vuelto a pasar. Tras la imprescindible Lobo solitario y su cachorro, la fenomenal Asa el ejecutor, la brillante Hanzo el camino del asesino y, más recientemente, la muy peculiar El hombre sediento, ahora llega una nueva demostración del talento siempre sorprendente de esta extraordinaria pareja. Como es habitual en ellos el protagonista es un samurái de habilidad excepcional que recorre un camino de venganza y sangre, movido por unas razones que el relato va desvelando lentamente y con gran inteligencia narrativa.

Los seguidores de estos dos tremendos autores ya saben a qué atenerse: guiones para adultos, que no esquivan asuntos problemáticos como la violencia, el sexo o la lucha de clases en el contexto de un tebeo de samuráis; todo ello servido por el arte de un monstruo del dibujo, como era Kojima, sin la limpieza que ha caracterizado a los comics europeos y americanos en el pasado siglo y armado con una plumilla que no teme saturar las viñetas en aras de una expresividad siempre desbordante; sus caras contienen mucha verdad y transmiten sentimientos que podemos compartir; por supuesto, la narrativa tiene todo el dinamismo y la acción que tradicionalmente caracteriza a los mangas.

En este caso, además, el relato invade un territorio no muy transitado en la cultura japonesa: el de las mujeres. Más concretamente el de las mujeres que padecen por culpa de los hombres, que las venden como esclavas, las golpean o las violan para luego despreciarlas por su falta de virtud. Que un caballero andante acuda en ayuda de una damisela en apuros no es una novedad. Pero sí el enfoque que adopta Koike, centrando su atención en los sufrimientos de las féminas y haciendo que su heroico protagonista empatice con ellas y llore por sus desdichas.

Kei #1 crónica de Juventud  Koike y Kojima, edita ECC manga samurai japón
Ya en el primer episodio Kei, un samurai que esconde sus habilidades para encontrar a su esposa, debe enfrentarse a un noble que abusa de la mujer que le ha ayudado. Insiste en el mismo tema en el segundo capítulo, donde Kei lucha a muerte con toda una banda que ha violado a una chica. Su destino parece casi inevitable: entrar a servir en un burdel. Pero el héroe la ayuda, cubriendo su cara de barro para que ella no pueda recordarlo y olvide esos atroces sucesos. Luego hay mucha sangre y decapitación pero el tono que predomina en muchos de los relatos es dulce, casi melancólico, un auténtico pesar por todas las mujeres que cargan con el dolor físico de la violencia y la angustia psicológica de la vergüenza.

No pocas de las historias giran en torno al descubrimiento de esa angustia o a la idea de redención, el alivio al dejar atrás una culpa que no les corresponde. Por supuesto algunos personajes, como la borracha del capítulo cuarto, ya no tienen curación posible y es impresionante la mirada compasiva que sus creadores dirigen hacia ella, a través de los ojos de Kei. Aparecen otras mujeres, que habitualmente serían presentadas como villanas, mujerzuelas devoradas por sus pasiones, que aquí son descritas como víctimas de unas circunstancias que nunca les son propicias. El clímax ´se alcanza en el último episodio, cuando Kei debe enfrentarse a las burlas de un ejército de putas. Como piensa su madame: “Un hombre que entiende tan bien el corazón de las mujeres que hasta le duele”. Por supuesto el capítulo se cierra con tanta inteligencia como sensibilidad.

Es el trabajo más feminista que he leído en años, una serie increíble que no deben perderse.
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viernes, 23 de octubre de 2015

EL FANTASMA DE GAUDÍ

El fantasma de Gaudí -El Torres y Jesús Alonso Iglesias
El Torres y Jesús Alonso Iglesias
Dib•Buks. Madrid, 2015.
124 páginas, 22 euros.

ROMPECABEZAS SANGRIENTO


No extraña que El Torres, un guionista que habitualmente escribe pensando en públicos masivos, firme un trabajo de encargo a partir de una idea de su editor. ¿Qué tal algo sobre Gaudí? ¡Perfecto, claro que sí!


Como el propio escritor confiesa en el epílogo, tras esa aceptación inicial tardó más de dos años en dar con un concepto alrededor del cual construir el álbum. Empleó sus propias dudas respecto al personaje y al proyecto para dar forma a la figura del villano que es, ya lo adelanto, el punto más débil del relato. La cuestión es que finalmente se puso manos a la obra acompañado como acostumbra de un dibujante joven pero talentoso. En este caso se trata de Jesús Alonso Iglesias que, como tantos otros autores de comics en los últimos años, proviene del mundo de la animación. Se le nota en lo enfático de sus puntos de vista y en el carácter un poco caricaturesco de sus figuras, que lo emparentan con creadores como Rubén del Rincón, por ejemplo. Pero es un correcto narrador, ha hecho sus deberes en cuanto a la representación de los edificios de Gaudí (un asunto no menor en esta obra) y aplica una gama de color muy ajustada a lo que cuenta, quizás un poco más oscura de lo necesario, supongo que a causa del papel elegido, mate y poroso.

En general el apartado gráfico no decepciona, permitiendo que el lector pasee por algunos de los edificios más emblemáticos de Gaudí, subrayando su particular simbolismo, su expresividad y hasta su sugerente surrealismo, anticipo de otros delirios a los que el arte se abandonaría con posterioridad. Y que la arquitectura dejaría de lado para encerrarse en el árido mundo del minimalismo y las formas más despojadas.

Sobre ese marco tan atractivo El Torres construye una historia de asesinatos en serie, cajeras videntes, juezas insatisfechas, excéntricos expertos en arte e inspectores que intentan hacerse perdonar anteriores fracasos. Un conjunto de elementos que maneja con aparente facilidad y evitando los innumerables tópicos que rodean estas ficciones. No es sencillo, en tiempos del C.S.I., abordar asuntos como estos sin resultar ridículo o caer en el cliché de polis duros y brillantes psicópatas. El Torres se las apaña para esquivar muchos de los errores habituales confirmando su posición como uno de los guionistas más interesantes de este país.

La trama avanza sin desmayo, los personajes son creíbles y hablan con naturalidad y los escenarios, una parte fundamental del conjunto, se integran en la narración sin que nada chirríe. Porque al final de eso se trata: emplear una excusa que lleve al lector de una obra de Gaudí a la siguiente, intercalando por el camino datos e ideas que permitan comprenderlo mejor. Ese objetivo se consigue sin duda y con creces. No sólo se adopta el lenguaje de la serie negra, el asesino viene acompañado por fantasmas que susurran a los protagonistas desde el más allá, un guiño coherente con la espiritualidad de Gaudí. El gran problema, la mayor debilidad y probablemente único defecto del álbum es el villano, como ya he adelantado.
El Torres trata, a través de él, de mencionar un asunto peliagudo, como ha sido la relación de amor y odio que el mundo del arte ha mantenido con el genial arquitecto. Despreciado durante años, arrinconado, con la ciudad avergonzándose de unas excentricidades que no tenían cabida en el proyecto moderno, delirios de un católico y conservador, han sido finalmente los turistas, también menospreciados, quienes primero reivindicaron la obra de Gaudí, hasta alcanzar el respeto del que disfruta hoy en día. Nada nuevo, quienes acudan a la Casa-Museo de Víctor Horta en Bruselas, otro extraordinario arquitecto, podrán admirar en el sótano la maqueta de su Casa del Pueblo. El original fue derribado en los sesenta para erigir alguna mierda más moderna. Y todos conocemos casos cercanos de edificios o monumentos cuya presencia molesta a algunos rabiosos iconoclastas.

Esa incomodidad hacia un creador al que por otro lado se admira es encarnada por El Torres en la figura de su malo. Pero como es sabido no todas las buenas ideas construyen buenos personajes. Lo que no impide que este sea un trabajo que se puede disfrutar por muchos motivos y muy recomendable.
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viernes, 16 de octubre de 2015

CIENCIA FICCIÓN Y ESPIONAJE JURÁSICO

Kenia de Rodolphe y Leo, edita ECC ciencia ficción Kenia
Rodolphe y Leo
ECC Ediciones. Barcelona, 2015.
240 páginas, 25 euros.

Hace años el dibujante brasileño Leo nos deslumbró con su ciclo de Aldebarán, una espléndida saga de ciencia ficción. Ahora vuelve a hacerlo, acompañado por el guionista Rodolphe.


Kenia se compone de cinco álbumes que llegan agrupados en el formato de integral-mini, esto es, un poco más pequeño de lo que nos gustaría. Contiene muchos elementos de fantasía pero la acción no nos traslada a lejanas galaxias como en su otro trabajo, sino a un continente más cercano, África.

Lo que predomina es la mezcla. Hay extraterrestres, sí, pero también bestias prehistóricas, densas tramas de espionaje, pasiones desatadas en plena sabana africana, con un trasunto de Hemingway incluido, y no pocos apuntes sobre el colonialismo y las complejas relaciones entre blancos y negros. Los autores (Leo comparte la autoría del guión) completan su receta con innumerables componentes, como la elección de una época histórica muy interesante o el erotismo que ya puntuaba algunos pasajes de Aldebarán, para acabar de dar sabor a un plato realmente sabroso.

La historia habla de una serie de extraños sucesos que ocurren en un safari. Huellas de monstruos a los que nadie ha visto, cadáveres esparcidos por la sabana, hechos suficientes para despertar el interés del servicio secreto inglés, que envía a la zona a uno de sus mejores hombres, mujer en este caso. Pero los ingleses no son los únicos en investigar el asunto, lo que complica aún más las cosas. Se inicia una apasionante caza del monstruo que concluye con nuevos descubrimientos que podrían afectar al futuro de la humanidad si fueran revelados. Y hasta aquí puedo contar, sin arruinar mucho la lectura de un comic que se disfruta página a página.

Kenia de Rodolphe y Leo, edita ECC espionaje
La estructura del guión nos lleva de un lado a otro sin descanso, prestando especial atención a las sorpresas que se suceden atrapando al lector, a la construcción de personajes, con una protagonista de lujo, una aguerrida espía de fuerte personalidad, y abundantes secundarios, estrafalarios como el barón italiano y su castillo en medio de África o el escritor, un machista insoportable con una curiosa evolución y un trágico final. Todo da la sensación de estar bien pensado y mejor trabajado, es un producto refinado que no engaña ni decepciona al lector. También un gran disparate, una historia llena de fantasía cuyos componentes más alocados, sin embargo, se engarzan a la perfección sobre un entorno realista en el que la política más sucia juega un papel de primer orden.

La cuidada escritura se corresponde con la impecable realización gráfica. Leo mantiene su dibujo clásico al tiempo que personal y nos da incontables lecciones de narrativa. Atención a sus originales monstruos, a la expresiva actuación de sus personajes y a los claroscuros que emplea en algunos de sus fenomenales primeros planos. La única pega que podría poner se relaciona con el color de Scarlett Smulkowski, demasiado oscuro en general y que dificulta un poco la lectura. Pero dejando eso a un lado es una obra absolutamente recomendable.


En su momento había dejado escapar otra saga de los mismos autores, Trent. Corro ahora mismo a comprarla. Ya les contaré.
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viernes, 9 de octubre de 2015

DRAWINGCIRCUS: COMIC NOSTRUM 2015

Manifiesto del macho dominante - Jerónimo Puchero #5 de François Boucq
Manifiesto del macho dominante.
Norma Editorial. Barcelona, 2014.
88 páginas, 18,50 euros.

Este año los miembros del Cluster de Comic de las Baleares han decidido maridar su medio de expresión con el circo. El resultado no es apto para todos los públicos.


Pere Joan, el padre de una idea aceptada con entusiasmo por los comiqueros locales, insistió desde el inicio en que había que despegar el concepto “circo” de sus connotaciones familiares, aproximándolo al cabaret, al teatro experimental y a las manifestaciones más canallas y alejadas de los tiernos infantes. Así que mi primer consejo es, si piensan ir acompañados por sus hijos, antes de que traspasen las puertas de la carpa instalada en Sa Feixina asegúrense de que el espectáculo será adecuado para ellos.

El sábado 10 o el domingo 11 sí que se han programado actividades dirigidas a los críos, las tardes son algo más salvajes. No esperen tampoco grandes transgresiones, pero sí shows picantes y una voluntad general de ofrecer espectáculos inteligentes y adultos. En medio se incluirán algunas breves charlas con los autores invitados. Si desean verlos hablar y dibujar con más calma resulta aconsejable acudir a las masterclass de las mañanas. El aforo más amplio de la carpa del Circ Bover permite una asistencia mayor que la de años anteriores.

Comic Nostrum 2015: Drawing Circus
En fin, de lo que se trata es de romper con los modelos tradicionales de Salones del Comic y explorar nuevas fórmulas. Sonia, directora del evento, parecía muy preocupada ante la posibilidad de que no todos los números fueran perfectos o de, en pocas palabras, hacer el ridículo. Al fin y al cabo hablamos de dibujantes que han construido micro-espectáculos y se enfrentan a la pista del circo y a un público en directo en muchos casos por primera vez. Las posibilidades de que todo salga mal son muchas.

O ninguna, en mi opinión. Esos pequeños shows saldrán mejor o peor pero al menos habrán demostrado las ganas del colectivo de reinventarse, de no acomodarse en fórmulas con las que no es posible competir con los grandes núcleos, al menos mientras los presupuestos que se manejan sean tan limitados como aquí. Así que, si no se puede traer a tantos autores como en La Coruña o Madrid, ni montar las expos de Barcelona, lo mejor es salirse por la tangente ideando algo como la chifladura circense que les ha atacado este año. No faltan las estrellas invitadas: Boucq, Cruchaudet o Acuña entre otros, ni muestras de tanto interés como la de Transits, inaugurada la semana pasada, o la de Boucq que se abría ayer. Pero lo importante es el salto sin red que el Cluster ha dado este año, su apuesta por lo diferente, lo freak, la diversión y el desbarre que el circo asegura. En este caso no importan los resultados, el espectáculo ya ha comenzado y nada puede pararlo.

El macho dominante


Dentro de la programación quiero destacar la presencia de Boucq, uno de los grandes autores del comic europeo, un maestro que álbum a álbum ha generado eso que se llama “un mundo propio”. En ocasiones solo y otras acompañado. Desde el principio de su carrera llamó la atención su dibujo siempre al borde de la caricatura, realista sí, pero al tiempo grotesco, distorsionado, sus tipos con espaldas como armarios, la fealdad de sus mujeres, sus espléndidas perspectivas, su capacidad para convertir lo habitual en extraordinario y su tremendo y surrealista sentido del humor. Esas características se mantenían incluso cuando, colaborando con otros guionistas, adoptaba tonos más serios. Tanto en La mujer del mago como en Boca de diablo, escritas por Charyn, podía sentirse cómo Boucq refrenaba sus tendencias más disparatadas para ajustarse a los dramas que contaba. Sin embargo, algo de la irrefrenable expresividad que define su trazo permanecía en la superficie, aportando unos acabados inimitables y muy adecuados a las sórdidas historias. En ambas brillaba su habilidad para la representación de amplios espacios, perspectivas naturales o arquitectónicas, casi imposibles para otros autores y que él resolvía con naturalidad.

François Boucq expo en Palma de Mallorca 2015 Comic Nostrum CAC Ses Voltes
A ese lado más serio él sumaba su obra personal, de un humor irónico e intransferible, con cierta influencia de la revista Mad. Episodios breves entre los que destacaba la inimitable secuencia del beso, ¡ningún lector que la haya visto podrá olvidarla jamás!. De aquellas anécdotas también surgió un héroe incierto, el gran Jerónimo Puchero, un apacible burgués, padre de familia y aparentemente tranquilo que escondía sin embargo una fiera en su interior. Con el tiempo sus aventuras ocuparían álbumes completos.

Luego llegó Jodorowsky, con quien trabajó en la enloquecida Cara de Luna, una bizarra metáfora ambientada en una dictadura a la que se enfrentaban diversas facciones, con los típicos episodios de crueldad que le gusta incluir al chileno. Boucq refinó aún más su ya excelente dibujo para su siguiente colaboración con él, Bouncer, un western lleno de venganzas y personajes irrepetibles que se extendió por seis álbumes. Mientras el guión se recreaba en los pasajes de violencia y destrucción, el dibujante añadía nuevos tramados a su ya barroco grafismo, maravillando a sus lectores con sus panorámicas del oeste más salvaje. No contento con esto, inició nuevas series.

En el registro humorístico, lo intentó con Rock Mastard, una fallida parodia de Indiana Jones. Tampoco resultó muy convincente su participación en Janitor, donde volvía a su vertiente más seria y contenida. Más calidad tuvo otro intento en la misma dirección, un episodio de la saga XIII Mystery: Coronel Amos. Un buen guión le permitió lucirse con una entretenida aventura de agentes dobles y en la que los muchachos de la CIA intentaban descubrir a un agente del Mossad infiltrado al más alto nivel. ¿Adivinan quién era? Boucq volvía a dar toda una lección de dibujo aunque también permitía apreciar los límites de un artista prodigioso al que aparentemente no se le resiste nada. Es grande en el dibujo de espacios, de la figura humana y animal y todo lo que hace comunica bien, va cargado de expresividad. Pero sus personajes tienden a no tomarse a sí mismos demasiado en serio. Su tendencia humorística, sus juegos metalingüísticos en los que los protagonistas son conscientes de actuar en un comic, parecen contagiar a sus historias serias, de forma que las actuaciones, cuando se trata de verdadero drama, siempre chirrían un poco. Cuando la cosa se pone grandilocuente no hay problema, pero nunca es del todo convincente en las distancias cortas. Lo suyo siempre es “más grande que la vida”.

Pecata minuta, defectillos sin importancia en el conjunto de una obra extraordinaria, fruto del esfuerzo de uno de los grandes. Un último apunte para un episodio de una de sus últimas obras publicada en España, ese Manifiesto del macho dominante protagonizado nuevamente por Puchero. Aunque es evidente el cariño que siente por ese personaje, que comienza siendo una parodia del buen burgués y sus repetitivas costumbres, con el paso de los años se ha acentuado una sensación, la de que Boucq realmente envidia a su héroe, como si las bromas apenas ocultasen una rendida admiración por las costumbres de ese buen salvaje urbano. Si no me creen relean el capítulo dedicado a la monogamia, con Puchero rechazando las ofertas de todo tipo de hembras, humanas y animales, anoréxicas y voluptuosas. Es enternecedor y tronchante. Mañana Boucq y Cruchaudet “actuarán” en Sa Faixina, a los pies de ya-saben-qué-monumento. No se lo pueden perder.
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viernes, 2 de octubre de 2015

LA ESCUELA BRUGUERA: ANACLETO

Anacleto agente secreto de Vázquez

El estreno de la película sobre Anacleto, el clásico personaje de Vázquez, es una excusa tan buena como cualquier otra para reflexionar sobre la popular “Escuela Bruguera”.


Cuando se habla del legado de la editorial tiende a hacerse recurriendo a algunas oposiciones básicas. La primera sería la que la enfrentaba con su gran competidor de la época, el TBO. En el discurso que ha quedado establecido Bruguera aportaría un mayor realismo, una visión crítica, frente al conformismo burgués del TBO. Es cierto que había violencia y muertos de hambre en las historietas de Bruguera. Pero no lo es menos que La familia Ulises permanece como el gran retrato de la clase media de este país.

El problema reside en la idea de “realismo” que se defiende. El que se centra en lo negativo y desvela las contradicciones del capitalismo es buen realismo. El que aplaude sus aciertos y describe a gentes de bien, compasivas y decentes, malo. Bruguera asienta así un modelo que con el tiempo se ha convertido en conducta habitual de los protagonistas de nuestras series de ficción. Los bondadosos habitantes del TBO no tienen herederos. En cambio los rastreros, pelotas, chapuzas y miserables antihéroes de casi todas nuestras sagas televisivas llevan en sus genes la marca de Bruguera.

Por supuesto, estoy simplificando. En Bruguera participaron muchos y variados autores que no encajan con facilidad en esta descripción. Pienso en el noble Raf o en Segura y tantos otros. Pero el tiempo ha reducido la aportación de la editorial a dos nombres, tan opuestos como similares: Ibáñez y Vázquez. Ambos se parecían porque los dos trabajaron con personajes poco ejemplares.

Curiosamente, Vázquez, que hizo de la trampa un arte, supo insuflar más brío a sus creaciones. Sus héroes tienen una vitalidad contagiosa y hasta sus quejas son simpáticas. Hace unos años rodaron una película sobre él y también Paco Roca lo empleó como personaje en una de sus novelas gráficas. Allí era presentado como un desclasado que traicionaba a sus compañeros dibujantes. Mientras aquellos intentaban editar una revista para liberarse de la opresión de Bruguera, Vázquez los engañaba e Ibáñez se ofrecía a sustituirlos a todos, como el perfecto esquirol.

Anacleto agente secreto de Vázquez
Mi visión de Vázquez se resume en una anécdota de la que fui testigo. Hace años le invitamos al Salón del Cómic de Gijón y allí se le alojó en un hotel. Era un tipo alegre, bromista y amante de la farra. Así que una noche llegó a las tantas al hotel, donde le esperaba la policía. Parece ser que había dejado una cuenta sin pagar en otro establecimiento, nada raro tratándose del “tío Vázquez”. Según nos contó la recepcionista, a los pocos minutos ya estaba bromeando con los agentes, haciéndoles dibujitos y consiguiendo que se olvidaran de los cargos. Durmió tranquilamente en su cama. Vázquez era un genio que tenía mucho peligro.

También tengo otra anécdota para definir a Ibáñez, en otro certamen gijonés. Como saben, y él no se cansa de repetir, fue empleado de banco. Durante años compatibilizó su trabajo como contable con sus tareas como dibujante. Sus lectores recordamos cómo se autorretrataba atado a la mesa de dibujo, incluso en vacaciones, con el editor siempre exigiéndole planchas que faltaban. Él sí ha tenido un éxito prolongado, con Mortadelo y Filemón traducidos a innumerables lenguas y también con adaptación cinematográfica. Cabe decir que en persona no tiene ninguna gracia, repite una y otra vez los mismos chistes y acaba siendo cargante, al contrario de Vázquez que era un caradura muy simpático. Los lectores de Ibáñez siempre le recuerdan El sulfato atómico, el álbum donde demostró que podía dibujar tan bien como Franquin (a quien ha “citado” en muchas historietas de Sacarino por ejemplo). Ibáñez explicaba que no había vuelto a dibujar de manera tan laboriosa porque, en el tiempo que había empleado en hacer aquel álbum, más cuidado, podía dibujar dos o tres de los “normales”. No se había vendido más así que ¿para qué esforzarse? Esa era la lamentable actitud que tenía hacia su propia obra.
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