viernes, 27 de febrero de 2015

BIOGRAFÍA DE MARX de C. MAIER & A. SIMON

Norma editorial. 2015.
64 páginas, 16 euros.

OTRA VEZ MARX


La biografía es un género de moda en el mundo del cómic. Abundan los libros de memorias y las novelas gráficas dedicadas a nuestros héroes culturales y famosos de toda clase y condición. 

Tras verter las andanzas de Freud en viñetas, el mismo equipo de creadoras, Marx Corinne Maier y Anne Simon, se ha puesto con Marx


No es esta la primera ocasión en que la vida del viejo Carlitos llega al comic ni sin duda será la última. Algunos recordarán que en las páginas de la revista Troya/Trocha ya se publicó una sucinta biografía de su mujer, Jenny, a través de la cual contemplábamos no pocas de las miserias a las que tuvo que enfrentarse la familia Marx.
Rius firmó una hagiografía “oficial” en su Marx para principiantes, un número más de la interesante colección “For beginners” donde también apareció el Kafka de Crumb. El mexicano ofrecía por un lado unos apuntes biográficos y luego dedicaba la mayor parte del volumen a explicar el pensamiento de Marx. La introducción era especialmente lamentable, atribuyendo el farragoso estilo del alemán a sus inmensos conocimientos y pidiendo disculpas a los lectores por simplificar conceptos tan profundos. Lo cierto es que Rius ha vivido días mejores y no contaría este libro entre sus trabajos más brillantes.

Esta nueva aproximación es algo más crítica y al menos no se salta algunos aspectos desagradables. No oculta del todo La cuestión judía, el arrebato antisemita que en gran medida permite entender los posteriores desarrollos del filósofo alemán. Primero los judíos tienen la culpa de todo y luego, por extensión, la burguesía se convierte en el chivo expiatorio que debe ser liquidado.

Aunque en la contraportada se califica a Marx como el “mayor pensador económico de todos los tiempos” esa es una afirmación tremendamente exagerada. La vigencia de su pensamiento tiene más que ver con los gobiernos totalitarios que han voceado sus profecías apocalípticas, la Unión Soviética y China antes y Venezuela, Cuba y compañía ahora, que con la solidez o claridad de sus ideas. En realidad, Marx tenía más de poeta que de economista y sus veleidades científicas eran poco más que una broma.

Este tebeo apenas se detiene en ciertos aspectos que son relevantes, pero al menos los menciona. Por ejemplo la relación de explotación que el pensador tuvo con quienes le rodearon: Engels, su mujer y su familia. A todos los sableó y exprimió hasta el límite. Como economista, nunca fue capaz de mantenerse ni de administrar el dinero que llegó a conseguir.
Tampoco se interesó por los datos, por los hechos reales y concretos. Cuando se citan los tratados en que muestra su preocupación por los trabajadores de aquí o de allá, no debe olvidarse que su conocimiento siempre fue libresco, en muchos casos empleando información que, o bien estaba desfasada o bien manipuló para que se ajustara a su versión de la realidad. Habló mucho de la opresión de la clase obrera, sí. Pero no dudó en preñar a su criada, a la que además nunca pagó un sueldo. Tampoco reconoció a su hijo ilegítimo. El episodio aparece en este volumen, pero con excesiva discreción. También se pasa de puntillas por otro asunto incómodo: el desprecio que Marx sentía hacia todos aquellos que no eran intelectuales como él. Preocuparse por los proletarios estaba bien en teoría. En la práctica era mejor impedir que participaran en la toma de decisiones. Parte de su carácter snob y manipulador se refleja en algunas de las secuencias de las Internacionales, pero casi de pasada.

En fin, al menos la prosa es ligera, el dibujo funcional y el volumen se deja leer de un tirón. Les aconsejo que completen la información consultando la semblanza de Marx que Johnson ofrece en su libro Intelectuales. No tiene dibujitos pero se disfruta desde la primera línea.