viernes, 27 de septiembre de 2013

FÉNIX de O. TEZUKA

Fénix de Osamu Tezuka, editado por Planeta DeAgostini
Planeta DeAgostini.
Barcelona, 2013.

336 páginas, 25 euros.

UN VERDADERO CREADOR


La recuperación de clásicos nos ha dado muchas satisfacciones en los últimos años. Ahora le ha tocado el turno al maestro japonés Osamu Tezuka.


No es esta la primera edición en español de su magna obra Fénix, pero sí la más cuidada y esperemos que completa. La aparición del tomo tres ha coincidido en las librerías con otra obra suya: El libro de los insectos humanos editado en España por Astiberri.
Adolf de Osamu Tezuka, editado por Planeta DeAgostini
Como ocurre siempre con él, su arranque es impetuoso y arrebatador y la historia viene cargada de personajes interesantes y llenos de vida. Al final pierde algo de fuelle, pero cabe decir que el autor es grande hasta cuando se equivoca. Errores que no encontraremos en dos de sus sagas más recomendables: la increíble Adolf y la interesante Buda. Teniendo en cuenta el gusto por el trabajo de los nipones ya pueden suponer que hablamos de trabajos que se extienden a lo largo de cientos y hasta miles de páginas.

Respecto a Fénix, su reedición nos permite volver a sentir el vértigo de la primera lectura. Es una saga volcánica y abrumadora, que avasalla al lector por su frenética velocidad, sus constantes cambios de escenario, su océano de personajes, sus saltos temporales y sus experimentos narrativos. Del futuro al pasado, de lo histórico a lo imaginado, todo cabe en Fénix. Tezuka es uno de los grandes y el adjetivo de “dios del manga” se le puede aplicar sin exageración. No se detiene ante nada, cualquier recurso que se pudiera probar él ya lo ha intentado antes y va un paso más allá. Puede que a algunos les moleste la mezcla de secuencias humorísticas, las ráfagas metalingüísticas en las que sus creaciones interpelan al lector o el dibujante se pasea por su creación, pero yo los entiendo como pequeños respiros que nos permiten tomar aire antes de sucumbir de nuevo a la arrolladora fuerza del relato. Historias donde encontramos esa alegre mezcolanza que caracteriza a los grandes, de Shakespeare a Ford. Si a alguien le resulta exagerada la comparación anterior, yo recomendaría la lectura de algunos pasajes donde se levantan y aniquilan mundos en unas pocas páginas o donde la ambición, la pasión, los celos y el deseo se apelotonan formando sólidos conjuntos que empujan a los personajes hacia destinos siempre inciertos.

Fénix de Osamu Tezuka, editado por Planeta DeAgostini
Podría comentar otros aspectos formales, de sus juegos con las viñetas a la aparente blandura del trazo, que muestra una clara y confesada deuda con respecto a la obra de Disney, pero estos rasgos carecen de importancia. Lo que separa su trabajo del resto y lo hace no grande sino enorme es su capacidad como fabulador, su habilidad para crear universos y destruirlos ante nuestros asombrados ojos, nada humano le es ajeno y nada hay que Tezuka no ose poner en práctica con sus personajes. Estos saltan de las más bajas pasiones, de la avaricia o la ira, a la espiritualidad y la entrega más descabelladas. Cualquier cosa puede ocurrir en sus historias y por eso nos enloquecen.
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viernes, 20 de septiembre de 2013

DJIN. UNA JUVENTUD ETERNA de DUFAUX y MIRALLES


Djinn. Una juventud eterna de Dufaux y Miralles. Edita Norma.
Norma Editorial. Barcelona, 2013.
48 páginas, 11 euros.

LA TIGRESA DE ESCHNAPUR


La serie Djinn alcanza su duodécimo volumen. Al primer ciclo ambientado en Turquía le siguió una pastosa travesía africana. Ahora la acción se ha desplazado a la India. Si en mi último artículo antes del verano me refería a diversos productos europeos, en agosto todavía pudimos disfrutar de algunas piezas más, incluyendo este álbum. 


Sobresalen “Cólera roja”, conclusión de “Mar negro”, una aventura de Largo Winch con la calidad habitual, editado por Norma. Van Hamme firma también el guión de dos nuevos episodios de Lady S, tan entretenidos como los anteriores. Pero no sólo del gran maestro belga viven los aficionados. Sente, su discípulo y sucesor, vuelve a Blake y Mortimer para ofrecernos “El juramento de los siete lores”. No es su mejor trabajo en la serie pero mantiene el listón muy alto. Si después de este atracón europeo se quedan con ganas de más, no duden en adquirir el tercer volumen de “El arte de Hergé”, un espléndido libro que ningún aficionado a Tintín debería perderse. Si ya tienen los anteriores sabrán a qué me refiero.

Largo Winch, Cólera Roja de Philippe Francq y Jean Van Hamme. Edita Norma Lady S de Aymond y Van Hamme, edita 001 ediciones
Blake y Mortimer, el juramento de los cinco lores de Yves Sente y AndréJuillard El arte de Hergé, volumen 3 de Philippe Goddin editada por Zendrera Zariquiey


Respecto a la saga de Dufaux y Miralles, ya saben que siento debilidad por el trabajo de la dibujante. Menos entusiasmo me despiertan los argumentos del belga. Lejanos quedan los tiempos de Jessica Blandy, serie en la que lo descubrimos y admiramos. Nunca volvió a escribir nada tan interesante y sus guiones oscilan entre lo repugnante y lo intolerable. Y Djinn no es una excepción. Ensaya una explosiva mezcla en la que agita elementos políticos, con una nada velada crítica a occidente y sus diversos imperialismos (en Turquía, África o la India), y abundantes raciones de sexo. Para conseguir que le tomen en serio su erotismo no es demasiado explícito y ahí cuenta con el talento de la Miralles, capaz de representar con elegancia las situaciones más soeces. Su exquisitez no está reñida con una evidente sensualidad que inunda los álbumes hasta darles un aspecto peculiar y diferenciado.

Viñeta de Djinn. Una juventud eterna de Dufaux y Miralles. Edita Norma.El deseo y la política se superponen para desarrollar un discurso sobre el poder y la dominación. La prota presentaba una cierta bipolaridad en los primeros álbumes. Por un lado era la mejor amante del mundo, una Djinn ingobernable, pero también una mujer que deseaba amar y ser correspondida. Con el paso del tiempo los elementos mágicos se han potenciado y la Djinn ha devorado a la débil mujercita hasta hacerla desaparecer. Dufaux parece embriagarse con los elementos fantásticos, cada vez más presentes en el argumento.

Todo gira en torno a una gran metáfora: no existe el amor romántico, sólo un eterno juego de dominación. Ya sea entre personas o pueblos, no hay buenos o malos, sólo roles que pueden intercambiarse. A veces unos están al mando y luego pasan a ser esclavizados, etc. El problema es que semejante visión tan extremadamente negativa no favorece al drama. Todos los personajes acaban convertidos en piezas de un gran damero manejado a voluntad por Dufaux. Pasan cosas y de vez en cuando nos topamos con alguna escena picante espléndidamente dibujada. Es entretenido, la ambientación es detallada y todos los aspectos de dibujo son irreprochables. Pero más allá del sabor local y las citas a las clásicas películas de Lang, poco de lo que se cuenta consigue interesarnos. Por cierto, Lang sí que conseguía reproducir la magia de una India más imaginaria que real. Y con Debra Paget al frente se marcaba secuencias de un erotismo arrollador e inolvidable. ¿Recuerdan el baile con la cobra?

No creo que tales triunfos se alcancen en Djinn. Con todo, es obligado un último apunte. Hasta el momento el ciclo Indio es mejor que la travesía africana. Y algunos de sus personajes, como Saru Rakti, son realmente intrigantes. Veremos qué pasa con ellos.
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