viernes, 25 de mayo de 2012

Exposición NSLM en Ses Voltes

LOS OTROS

Antes de que los zombis invadiesen las páginas de los tebeos otro ejército de muertos vivientes había peleado por hacerse un hueco en el corazón de los lectores. Ahora su breve pero intensa existencia se celebra con una curiosa exposición.

Curiosa porque supone una cierta reconciliación entre el Ayuntamiento de Palma y el sector de las viñetas. Tras la desaparición del Premio Ciudad de Palma dedicado al cómic, otras actividades parecían en peligro. Finalmente y con las limitaciones que la crisis impone, todo vuelve a la normalidad. Primero esta muestra que se adelanta un año a la conmemoración del nacimiento de la revista “Nosotros somos los muertos”, para septiembre se prepara otra exposición dedicada a Tomeu Seguí y por mi parte también tengo en marcha un proyecto para enero de 2013.

Todas ellas se celebrarán no en el Solleric como venía siendo habitual sino, según palabras de Seguí, “extramuros”, en Ses Voltes, una sala cuya señalización debe ser mejorada si se desea aumentar el número de visitantes. El lugar no deja de ser un enclave privilegiado a los pies de la Seu, pero de alrededores un tanto inhóspitos. La muestra se ha encajado en las salas que dejaba libres otra exposición que plantea una relación entre la abstracción y el paisaje romántico, como ya sugiriera Rosenblum en su clásico ensayo. Titulada siguiendo la cita de Nietzche sobre asomarse al abismo y bla-bla-bla, daba pie a Pere Joan para comentar que, “tras el abismo vamos nosotros”. Una broma que conecta con cierta tendencia apocalíptica que siempre se relacionó con su revista.

Vaya por delante que la expo es muy recomendable, con vídeos que explican la azarosa historia de la publicación y recorren el trabajo de sus múltiples colaboradores, originales de algunas de sus planchas y material gráfico diverso. Como esas otras revistas de tendencia similar y que aparecieron en los lugares más distantes del planeta, fruto de esa hermandad alternativa que intentó mantener el sueño de unas viñetas diferentes a las habituales. Porque eso fue al fin y al cabo NSLM, una fantasía, la esperanza de un grupo de autores de encontrar lectores suficientes como para mantener con vida una publicación que se autodefinía como cadáver. En un momento en que todas las revistas se extinguían, con El Víbora resistiendo hasta un final que también le acabó llegando, NSLM no fue, nunca pudo ser, una excepción. Creo que está bien recordar su osadía y sus logros que no fueron pocos. Sobre todo en el terreno de mostrar creadores que apenas eran conocidos por aquí. No es que ahora sean mucho más populares, pero tenía su merito adelantar muestras del trabajo de Ware, Cooper o Trondheim cuando nadie se había atrevido todavía a publicarlos. Su voluntad de ofrecer sólo obras de una radicalidad casi perfecta nos permitió echar un vistazo a los grafismos más extravagantes del universo. Algunos eran fascinantes y otros realmente indigestos.

En un mercado tan raquítico como el español, donde hasta los productos de masas cuentan con tiradas mínimas, algo tan poco comercial debía necesariamente fracasar. Si apenas hay lectores de tebeos difícilmente encontraremos lectores de anti-tebeos. A partir de aquí podemos abandonarnos al discurso elitista de siempre: el pueblo no tiene ni idea y las obras más arriesgadas sólo pueden ser apreciadas por una minoría educada y exigente. Yo creo en la libertad de elección. Está bien que tengamos tebeos de la Patrulla X y de Car Boy. Ahora bien, las historias de Car Boy, de la Colino o la Doucet, las obras completas de Sequeiros y un largo etcétera que aparecían en NSLM me resultaban aburridas, insufribles, feas y hasta mal hechas si me apuran. No defendería el ochenta por ciento de lo que venía en el interior de la revista, pero considero que su existencia era positiva para el mercado, al aumentar la oferta y hacerla algo más variada.

Su fracaso comercial no puede ni debe relacionarse con la calidad de sus contenidos. Como no gustamos a las masas es que somos “mu güenos”. Perdonen, pero discrepo. Algunas entregas más líricas de Max, Matotti o los desvaríos filosóficos de Pere Joan llamaban mi atención y hacía el esfuerzo de entrar en sus mundos y ajustarme a sus ritmos. Pero NSLM estaba saturada de desvaríos difíciles de tragar. Esta es su paradoja más llamativa: que debía ser defendida y apoyada precisamente por estar abocada al fracaso. Recuerdo una charla de Max y Pere y en el Salón de Barcelona. Entre miembros de la organización y conferenciantes no sumábamos más de media docena de personas interesadas en escuchar lo que tenían que decir sobre la “gráfica radiante”, una de las múltiples invenciones de la revista. Creo que se debe conmemorar la efímera existencia de NSLM aunque considere que sus virtudes son tan grandes como sus defectos. Amen.
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viernes, 18 de mayo de 2012

Los Vengadores: Poder Absoluto de Stern, Buscema, Hall, Palmer y Sinnot.

Marvel Gold. Panini Comics.
216 páginas, 21 euros.


¡VENGADORES REUNÍOS!
Aprovechando el tirón de la película sobre Los vengadores, los editores sacan todo el material disponible del supergrupo. Esto nos ha permitido revisar algunas joyitas que parecían condenadas al olvido.

Hay un aspecto del que los aficionados son muy conscientes, como es la mejora progresiva en la edición de los productos Marvel en nuestro país. Mi generación creció bajo la tutela de Vértice, que literalmente destrozaba el material original. Luego llegó Forum-Planeta, que aunque deshizo algunos entuertos también dejó muchas cosas a medias. Agradezco profundamente el esfuerzo que en su momento supuso la Biblioteca Marvel, pero claramente era muy mejorable. Faltaba tamaño y color y eso es lo que ahora Panini nos está ofreciendo.

Lo primero que quiero citar son esos megatochos que publican dedicados a personajes clásicos, de Estela Plateada a la Patrulla X pasando por supuesto por Los Cuatro Fantásticos y, cómo no, Los Vengadores. Estos volúmenes encuadernados con tapa dura y que rozan las seiscientas páginas resultan casi irresistibles. ¡Aunque tengamos ya en varias ediciones anteriores el material que contienen! Uno de los últimos nos ofrece la primera etapa de Buscema en Los Vengadores, en unos años en que acababa de dejar la publicidad y volvía a los comics, atraído sobre todo por la promesa de Stan Lee de que podría trabajar en su casa, evitando así los incómodos y diarios desplazamientos en tren. Vemos cómo, entre unas cuantas historietas prescindibles, el gran John va evolucionando y madurando hasta alcanzar la grandeza por la que lo admiramos. Para no olvidar los escasos capítulos en los que se entinta a sí mismo, una maravilla que demuestra cómo muchos entintadores destrozaban las posibilidades de sus lápices.

El ciclo que se inicia en “Poder absoluto”, y que esperamos los editores completen, comprende una fase muy posterior. Han pasado veinte años desde que Buscema dejara su impronta en el equipo más colorista de Marvel. A finales de los ochenta es ya un profesional admirado y que no tiene nada que demostrar. Y a quien todos los aficionados conocen por sus burlas hacia los superhéroes, que había intentado evitar por todos los medios. De hecho, llevaba años concentrado en Conan, un personaje que había hecho suyo y para el que dibujó sin duda sus mejores planchas. Pero todo acaba cansando y Big John quiso en ese momento cambiar de menú, volviendo a los tipos con los calzoncillos por fuera. Lo hizo acompañado por uno de sus mejores entintadores, Tom Palmer, que realiza un trabajo excelente sobre sus bocetos. Ambos consiguen el milagro de que nos apetezca leer los guiones de Stern. Cuando el pobre cae en manos de otros dibujantes da mucha pereza.

Sólo me resta hablar de la película que a estas alturas supongo todo el mundo ya habrá visto. Se inspira en el acercamiento de Millar en Ultimates, quitándole algunos de sus mejores chistes. Ya saben a cuales me refiero: el de la A de Francia y el de Hulk. Pero si la cinta dirigida por Joss (Buffy) Whedon omite algunas bromas, aporta en cambio otras abundando en una línea iniciada por las películas de Iron Man. Me refiero a la introducción del humor. Considero que muchas de las adaptaciones cinematográficas de superhéroes adolecían de una gravedad que las empeoraba. Lo que llamaría “la aportación inglesa”. A finales del siglo pasado los guionistas ingleses llevaron al género una excesiva autoconciencia que en gran medida apagaba la diversión que tiendo a asociar con los superhéroes. Como si finalmente Ditko hubiera derrotado a Kirby. De repente dejaba de molar tener superpoderes y sólo quedaba el pesar por tamaña responsabilidad. Si a ello sumamos la necesidad constante que los autores parecen sentir de disculparse cuando trabajan con superhéroes, el resultado es que la mayoría de las adaptaciones son de una gravedad insoportable. Sólo las voluntariamente más ligeras escapaban a esa pauta: Phantom, Los Cuatro Fantásticos, Iron Man y ¡gracias a Dios! Los Vengadores.

Fui a verla con mis dos hijos. Obviamente al pequeño de dos años las numerosas secuencias de bla-bla-bla lo sacaron de su asiento. Pero los pasajes de acción, realizados para mostrar bien lo que ocurre, lo paralizaron captando toda su atención. El mayor (de cinco) disfrutó con todo y gritó con entusiasmo lo de “¡Hulk aplasta!”. Y todos nos reímos con los numerosos chistes que pueblan la cinta. Whedon (y Millar antes que él) han devuelto una alegría que el género casi había perdido y yo se lo agradezco.

¡Y sale la Johansen! ¡Hulk hetero!!
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viernes, 11 de mayo de 2012

ESCENAS DE UN MATRIMONIO INMINENTE de TOMINE

Escenas de un matrimonio inminente de Adrian Tomine, edita Sin Sentido comic alternativo, boda
Sin sentido. Madrid, 2012.
54 páginas, 10 euros.

RECUERDO DE UNA BODA


Adrian Tomine se dio a conocer a principios de los noventa como una de las promesas indie de la revista Drawn and Quarterly, una de las cabeceras míticas de la vanguardia comiquera.


A España llegaron sus historias cortas de la serie Sonámbulos, publicadas originalmente en Optic Nerve y aquí por La Factoría de Ideas. En 2005 su recopilatorio Rubia de verano, editado por La Cúpula, repetía parte de lo publicado añadiendo una nueva pieza. Su narrativa era tan fría y distante como su dibujo, de aspecto mecánico y aparentemente sin estilo. Sus historias nos hablan de la soledad en la gran ciudad y de la ausencia de verdaderas relaciones personales y sentimientos que animen nuestra triste vida. Estaban pobladas por jóvenes perdedores que expresaban una tremenda angustia vital y un desesperante vacío existencial. Nada nuevo por otra parte, coincide con la visión adolescente y dramática que tantos otros jóvenes valores antes que él han empleado y en algunos casos mantenido a lo largo de toda su carrera. Clowes prácticamente ha jugado siempre con esas cartas y, en una clave mucho más onírica, también Burns.

A favor de Tomine estaba que su frialdad al menos le evitaba comportarse como un llorón quejumbroso. Sus lamentaciones eran casi informes forenses, levantaba acta de situaciones sin salida que no juzgaba, sólo las contemplaba desde fuera, clausurando sus relatos con finales habitualmente abruptos. Su ausencia de sentimentalismo lo emparentaba también con otros talentos como Brown, aunque éste tiene más sentido del humor que Tomine. O eso pensaba hasta ahora.

En su última entrega Tomine abandona a sus estudiantes tristes y currantes de suburbio para hablar de sí mismo. En la medida, claro está, en que muchos de sus cuentos anteriores no escondieran una autobiografía disimulada. Pero el humor, que permanecía casi ausente de su obra, preside este pequeño volumen. En realidad, antes que un comic Escenas de un matrimonio inminente es un souvenir, uno de esos recuerdos que se entregan a los invitados de las bodas. Ya saben a qué me refiero: galletitas, perfumes, licores y demás baratijas que se empaquetan con mejor o peor fortuna y se sellan con alguna tarjeta que recuerda el evento. En el curso de la fiesta se reparten entre los asistentes. Pues bien, Tomine y su señora deciden que en lugar de las habituales chucherías podían regalar un comic. Y eso es lo que hacen.

Escenas de un matrimonio inminente de Adrian Tomine, edita Sin Sentido viñeta pareja bailando

Esta pequeña joyita agrupa las andanzas de la pareja durante sus preparativos nupciales, con un tono casi de comedio romántica que no desentonaría en muchas miniseries televisivas. Los asuntos tratados incluyen el diseño de la tarjeta de invitación, la elección del D.J. o la elaboración de la lista de invitados, entre otros banales temas. Como ven, tanto los contenidos como la narrativa se alejan mucho de las entregas anteriores de Tomine. Quienes busquen la angustia vital y la pesada atmósfera de sus trabajos pasados se sentirá defraudado. Aquí el tono es ligero y agradable y no cabe duda de que su boda le ha sentado bien. No comparto la opinión de que el matrimonio es una aberración contra natura y la familia el origen de todos los males. Tomine tampoco parece creerlo, tal es la bonhomía que transmiten sus páginas.

Si quieren pasar un buen rato, no se lo pierdan.
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viernes, 4 de mayo de 2012

La Ciudad. F. Masereel

La ciudad de Frans Masereel edita Nordicalibros ilustraciones
Nordicalibros. Madrid 2012.
120 páginas, 15 euros.


RADIOGRAFÍA URBANA

Las editoriales se están animando a recuperar no sólo los clásicos más inmediatos y recurrentes sino también piezas un poco más raras de la prehistoria del medio. Es el caso de la reciente aparición de Max y Moritz o de La ciudad.


Con un poco de suerte acabaremos contando con alguna versión de las obras de Töpffer o cualquier otra rareza que se les ocurra. ¡Bienvenidas sean! Max y Moritz son los antepasados de los Katzenjammer Kids, de Zipi y Zape y de tantos otros hermanos revoltosos y niños terribles que pueblan las páginas de los tebeos. Tiene un dibujo delicioso y constituye una estimulante y necesaria recuperación.

En cuanto a la obra más conocida del dibujante belga Masereel, La ciudad, parece ser que contaba ya con una edición anterior (y reciente) en España, a cargo de la editorial Iralka. Como sea esta nueva versión es excelente y nos permite disfrutar de un trabajo muy comentado y que autores como Eisner consideran un claro antecedente de las modernas novelas gráficas. La obra no presenta una estructura narrativa convencional, no desarrolla una“historia”. Simplemente ofrece un conjunto de imágenes que tratan un tema, esa vida urbana que Masereel observa y describe interesándose por sus múltiples facetas. El artista nos lleva de lo general a lo particular con una voluntad totalizadora realmente sorprendente.

Su vida también fue un ir y venir, según explica Donald Drew Egbert en su fenomenal tratado “El arte y la izquierda en Europa”. Sus profesores de dibujo le aconsejaron que se dedicara a otra cosa, tal era su torpeza con los lápices. Esta es la típica anécdota que se cuenta para oprobio de los docentes, que no supieron apreciar las bondades del futuro genio. Pero lo cierto es que su grafismo adolece de cierta blandura que le lleva a resultar muy irregular. El mejor Masereel es vigoroso y expresivo, pero el peor es muy malo, con madonnas insufriblemente lánguidas. Huyó de Bélgica para no ser alistado y en Suiza coincidió con Lunacharsky y otros ilustres comunistas, iniciando una relación con el partido que nunca se rompería. Cuando Grosz volvió de la Rusia soviética no quería ni oír hablar de los comunistas. Masereel viajó allí varias veces y nunca tuvo ningún problema.

La ciudad de Frans Masereel edita Nordicalibros xilografía, reediciones, ilustración gato

Se instaló en Francia en 1922 donde fue “compañero de viaje” del partido, consiguiendo la dirección de una academia durante el gobierno del Frente Popular. Pero antes tuvo tiempo de realizar La Ciudad. Es uno de los grandes recuperadores de una técnica en desuso, el grabado en madera. Como se sabe, a los artistas del siglo XX parecen gustarles las técnicas más arcaicas. Si los Pop recuperaron el prestigio de la serigrafía, la generación de Masereel se volcó sobre la xilografía, quizás porque venía acompañada por un halo medieval que les gustaba. Era una técnica cruda y directa, sin sutilezas, y parecía adecuada para las imágenes urgentes que necesitaban producir.

Ciertamente Masereel y los expresionistas facturaron un conjunto de visiones que todavía hoy mantienen su actualidad. No en menor medida debido a que la ideología que las animaba conserva casi todo su prestigio. Las vimos otra vez con el 15-M y sin duda el 1º de Mayo nos las devolverá. Uno de los recopilatorios que reflexionaban sobre los movimientos callejeros indicaba que debíamos recuperar a los banqueros con chistera y aspecto de cerdos, porque siguen siendo así. Yo creo que la situación no es la misma que a comienzos del siglo XX, excepto si nos referimos a la interpretación de la realidad de ciertos universitarios.

Pero lo que es innegable es la fuerza e intensidad de algunas de las visiones de Masereel y el magnetismo de la obra en conjunto. Conocía algunas de sus viñetas sueltas, pero la sensación que provoca la revisión total de La Ciudad es muy diferente. Sus contrastes de blanco y negro son brutales y algunas de sus imágenes inolvidables. Se nos habla de desigualdad y dramas personales y colectivos, es un gran fresco sobre la modernidad, con sus bares, fábricas, lupanares y chabolas, un trabajo vibrante y conmovedor que permanecerá.
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