viernes, 30 de septiembre de 2011

Neonomicon: Alan Moore y Jacen Burrows.


ACTOS INNOMBRABLES

Neonomicon
Alan Moore y Jacen Burrows.
Panini Comics. Barcelona, 2011.
160 páginas, 18 euros.

Alan Moore sabe cómo escribir guiones brillantes, sobre todo cuando actualiza o renueva ideas de otros. Pero también puede ponerse insoportablemente pedante y desbarrar hasta el aburrimiento. Tras largos años facturando paridas ahora vuelve a sorprendernos con un tebeo inquietante y sobrecogedor.

El género del terror no es nuevo en su carrera, todos recordamos su apabullante paseo por La Cosa del Pantano, una serie que recorrió dejando una cosecha de buenas ideas y momentos inolvidables. También contaba con su lado oscuro Watchmen, como coherentemente enfatizó su canónica adaptación cinematográfica. O La liga de los caballeros extraordinarios, donde al lado de aventureros como Quatermass encontrábamos a clásicos del terror como Jeckyll  o la chica escapada de Drácula.

Ahora le ha dado por renovar a Lovecraft y el resultado es mucho más interesante que gran parte de la ficción que había escrito últimamente. El autor explica que todo esto no es más que un encargo motivado por la necesidad de pasta, para satisfacer las demandas del fisco. Con el aire de suficiencia que le caracteriza suelta que le interesan los mundos de Lovecraft, por supuesto, pero que nunca había entendido muy bien uno de sus rodeos más habituales, el que hace referencia a “los actos innombrables” que según parece los adoradores del maligno realizan con las bestias del más allá. La hipótesis de Moore es que, por supuesto, esos actos a los que se refiere el escritor son simplemente juegos sexuales.

Con esa idea en la cabeza, Moore ya tiene suficiente para brindarnos su versión del creador gótico por excelencia. Lo hace con una obra dividida en dos partes claramente marcadas. En la primera el protagonismo cae sobre un policía que mete la cabeza en algo que le supera, un personaje construido a partir de algunos rasgos de Lovecraft, muy conservador y poco dado a la alianza de civilizaciones. Lo cierto es que, como ya le pasó con Roschach, uno de los héroes más populares de Watchmen, Moore consigue que simpaticemos más con él que con otros héroes más progres y a priori atractivos.

Si este malhumorado poli funciona, mucho más conseguidos resultan los alucinantes ambientes por los que le hace circular, poniéndolo literalmente al borde de la locura. De hecho en la segunda parte la pareja que toma el relevo del relato se reúne con él en un manicomio, donde ha sido recluido por sus crímenes, tan violentos como inexplicables. Las pesquisas llevan a los dos investigadores, negro él y ex-adicta al sexo ella, hasta Salem, donde los hechos se suceden hasta el horrible clímax. Por el camino Moore se permite bastantes insinuaciones sexuales, que preparan al lector para la gran traca final. Para mi gusto esta segunda parte es quizás más lineal, menos climática que la primera. Una sugiere y horroriza, la otra muestra y resulta un tanto paródica. Al principio es como si el inglés se tomara en serio a Lovecraft, mientras que luego es casi como si se choteara de él. En todo caso consigue rematar satisfactoriamente la historia, enlazando las conclusiones de los dos segmentos en un final casi perfecto.

El dibujante, a quien conocíamos de la brutal Crossed, con Ennis, cumple y poco más. El color digital sobado en exceso aporta más bien poco. Pero la narrativa está bien y el paseo por estos universos góticos es convincente y aterrador. Un gran tebeo, léanlo con atención.